lunes, 15 de septiembre de 2014

EN EL COLISEO, COMO EN EL TURF, UN SOLO GRITO: “¡CAPUÇON VIEJO NOMAS!”



Nuova Harmonía 2014. Concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica de Lucerna, Director: James Gaffigan; Solista: Renaud Capuçon (Violín). Programa: Carl María Von Weber: Obertura de “Oberón”, Félix Mendelsohn Bartholdy: Concierto para Violín y Orquesta en Mi menor Op. 64, Antonin Dvorak: Sinfonía Nº 6 en Re mayor Op. 60. Teatro Coliseo, 12/09/14.

  En esta temporada en la que la novedad saliente es la nueva gestión encarada, con renovación de plana mayor y conducción artística luego de 28 años ( desde la legendaria “Italiana 86”, pasando por los dos abonos de “Harmonía” y llegar así a esta “Nuova Harmonía” de abono único), la que ha reformulado la propuesta del presente ciclo con el transcurrir de la misma, con un relanzamiento de venta de abonos para lo que resta del corriente año y cambio en la programación (al igual que Mozarteum, no se podrá contar con el concurso de la anunciada agrupación sinfónica de China y en su reemplazo se contará con el concurso de una agrupación proveniente del Estado Kazajo), llegamos al que tal vez sea el punto mas prominente del ciclo de este año, con la presentación de Renaud Capuçon, el extraordinario Violinista Francés, al que conociéramos junto a Gauthier, su hermano Violoncellista,  en los recordados Festivales de Martha Argerich en el Colón, muy jóvenes ambos, hace ya mas de ¡Una Década!. Aquí llegó como solista en el marco de una gira que realiza por Estas latitudes la “Orquesta Sinfónica de Lucerna”, bajo la guía de su muy joven titular (35 años), el Norteamericano  James Gaffigan. Sobran los testimonios del crecimiento artístico de este singular concertista. Videos, grabaciones, transmisiones que se ven por canales de cable de sus actuaciones ya sea en rol de solista, junto a su hermano, junto a Martha Argerich o la Venezolana Gabriela Montero. Junto a grandes orquestas y grandes directores, en fin,  sobran los recuerdos. Por eso la justificada expectativa, que merecía un marco de público aún mayor al que de por sí hubo y, si las fechas lo hubieran permitido, en un ámbito que no puede ser otro que el del Teatro Colón. A veces los tiempos son tiranos, y se muy bien que en lo que a Nuova Harmonía se refiere,  sus actuales jóvenes directivas, las Sras, Elisabetta Riva y Marta Viera Pires, han sacado buen provecho de Esta experiencia y Esta circunstancia para mejorarla a futuro. El Teatro Coliseo  tiene una buena acústica, aunque variable según el lugar donde uno este ubicado, para sacar mejor provecho. Es inmejorable en conciertos de cámara y de agrupaciones de menor magnitud a la visitante. En cambio,  cuanto se hubiera ganado en apreciación para un solista de semejantes quilates en la sala del Colón.

  A una semana vista,  y escuchado en el Colón por Carolin Widman y la Filarmónica de Dresde, Esta versión se  presta a la inmediata comparación,  y el resultado ha sido superlativo desde todo punto de vista. Por musicalidad, afinación, entrega, lirismo, calidad del acompañamiento, ya que Gaffigan estuvo preciso, dinámico y atento a todos los detalles y hasta por instrumento (Capuçon es depositario del legendario Guarnieri que perteneciera a Isaac Stern, ahora adquirido por la Banca Suiza), no se tenga duda alguna que perdurará en mucho tiempo en la memoria auditiva de quienes asistimos a esta velada y, en mi caso,  no recuerdo una interpretación de tanto voltaje de Esta obra en muchísimo tiempo. Llamativo fue, que a pesar de los insistentes llamados a escenario del público batiendo sus palmas, Capuçon decidió no ofrecer bis alguno, tal vez por aquello de lo bueno si breve…….

  Yendo ahora al perfil de la agrupación visitante, vino al Coliseo con un orgánico muy reducido (tal vez algunos músicos mas que alguna de las agrupaciones que existen en el Gran Buenos Aires o el Interior de Ntro. País), pero lo que no se puede dejar de resaltar es la calidad, ajuste y maravilloso sonido que ofrece, típico del centro Europeo, y que logra que el nivel sea de excelencia. Gaffigan es un conductor muy competente, tiene pasta, una solida formación adquirida en los Conservatorios de Nueva Inglaterra y de la Universidad de Houston y premio Gerorg Solti de Dirección Orquestal, lo que le valió ingresar a circuitos Europeos de segundo orden, al igual que en los Estados Unidos. Ganó amplia reputación como Director de Opera y Conciertos, lo que le permitió llegar a la titularidad de esta Orquesta hace tres años.  La versión ofrecida de la Obertura de “Oberón” de Von Weber, solo puede calificársela de excelente, por dinámica, musicalidad y esa chispa que la partitura requiere y que el Director mantuvo latente a lo largo de la interpretación.

  En cuanto a la obra de fondo, me sorprendió gratamente la elección de la sexta sinfonía de Antonin Dvorak, la menos frecuentada del grupo de la últimas cuatro sinfonías del compositor Bohemio, ya que las cinco iniciales se abordan de tanto en tanto y de ellas la primera,  solo fue una vez interpretada en el Colón en la integral de Diemecke con la Filarmónica.  Si bien la versión tuvo intensidad y entrega, se notó la mayor ausencia de instrumentistas de cuerda en el orgánico y, en cuanto a Gaffigan, no alcanzó una cuota de mayor expresividad para llegar al fondo y extraer el color que tiene tan maravillosa partitura. Loable fue el desempeño de las cuerdas y los vientos, y, en el caso de las primeras,  con un empeño increíble en esa coda final que exige brazos al por mayor para lograr una interpretación sentida.

  Hubo tiempo para bises, la clásica Danza Húngara Nº 5 de Brahms, en donde el único percusionista mostró la ductilidad de ejecutar timbal y triángulo, y, para grata sorpresa de los presentes, el cuarto movimiento de la infrecuentada Suite “Americana” de Dvorak, que en mi caso nunca escuché en vivo en 31 años de oyente, vertida con mucho sentimiento y lirismo, cuya inclusión mucho agradeceremos.


Donato Decina

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