Nuova Harmonía 2014. Concierto a cargo de la Orquesta
Sinfónica de Lucerna, Director: James Gaffigan; Solista: Renaud Capuçon
(Violín). Programa: Carl María Von Weber: Obertura de “Oberón”, Félix
Mendelsohn Bartholdy: Concierto para Violín y Orquesta en Mi menor Op. 64,
Antonin Dvorak: Sinfonía Nº 6 en Re mayor Op. 60. Teatro Coliseo, 12/09/14.
En esta temporada en
la que la novedad saliente es la nueva gestión encarada, con renovación de
plana mayor y conducción artística luego de 28 años ( desde la legendaria
“Italiana 86”, pasando por los dos abonos de “Harmonía” y llegar así a esta
“Nuova Harmonía” de abono único), la que ha reformulado la propuesta del
presente ciclo con el transcurrir de la misma, con un relanzamiento de venta de
abonos para lo que resta del corriente año y cambio en la programación (al
igual que Mozarteum, no se podrá contar con el concurso de la anunciada
agrupación sinfónica de China y en su reemplazo se contará con el concurso de
una agrupación proveniente del Estado Kazajo), llegamos al que tal vez sea el
punto mas prominente del ciclo de este año, con la presentación de Renaud
Capuçon, el extraordinario Violinista Francés, al que conociéramos junto a
Gauthier, su hermano Violoncellista, en
los recordados Festivales de Martha Argerich en el Colón, muy jóvenes ambos,
hace ya mas de ¡Una Década!. Aquí llegó como solista en el marco de una gira
que realiza por Estas latitudes la “Orquesta Sinfónica de Lucerna”, bajo la
guía de su muy joven titular (35 años), el Norteamericano James Gaffigan. Sobran los testimonios del
crecimiento artístico de este singular concertista. Videos, grabaciones,
transmisiones que se ven por canales de cable de sus actuaciones ya sea en rol
de solista, junto a su hermano, junto a Martha Argerich o la Venezolana
Gabriela Montero. Junto a grandes orquestas y grandes directores, en fin, sobran los recuerdos. Por eso la justificada
expectativa, que merecía un marco de público aún mayor al que de por sí hubo y,
si las fechas lo hubieran permitido, en un ámbito que no puede ser otro que el
del Teatro Colón. A veces los tiempos son tiranos, y se muy bien que en lo que
a Nuova Harmonía se refiere, sus
actuales jóvenes directivas, las Sras, Elisabetta Riva y Marta Viera Pires, han
sacado buen provecho de Esta experiencia y Esta circunstancia para mejorarla a
futuro. El Teatro Coliseo tiene una
buena acústica, aunque variable según el lugar donde uno este ubicado, para sacar
mejor provecho. Es inmejorable en conciertos de cámara y de agrupaciones de
menor magnitud a la visitante. En cambio, cuanto se hubiera ganado en apreciación para
un solista de semejantes quilates en la sala del Colón.
A una semana
vista, y escuchado en el Colón por
Carolin Widman y la Filarmónica de Dresde, Esta versión se presta a la inmediata comparación, y el resultado ha sido superlativo desde todo
punto de vista. Por musicalidad, afinación, entrega, lirismo, calidad del
acompañamiento, ya que Gaffigan estuvo preciso, dinámico y atento a todos los
detalles y hasta por instrumento (Capuçon es depositario del legendario
Guarnieri que perteneciera a Isaac Stern, ahora adquirido por la Banca Suiza),
no se tenga duda alguna que perdurará en mucho tiempo en la memoria auditiva de
quienes asistimos a esta velada y, en mi caso,
no recuerdo una interpretación de tanto voltaje de Esta obra en
muchísimo tiempo. Llamativo fue, que a pesar de los insistentes llamados a escenario
del público batiendo sus palmas, Capuçon decidió no ofrecer bis alguno, tal vez
por aquello de lo bueno si breve…….
Yendo ahora al perfil
de la agrupación visitante, vino al Coliseo con un orgánico muy reducido (tal
vez algunos músicos mas que alguna de las agrupaciones que existen en el Gran
Buenos Aires o el Interior de Ntro. País), pero lo que no se puede dejar de
resaltar es la calidad, ajuste y maravilloso sonido que ofrece, típico del
centro Europeo, y que logra que el nivel sea de excelencia. Gaffigan es un
conductor muy competente, tiene pasta, una solida formación adquirida en los
Conservatorios de Nueva Inglaterra y de la Universidad de Houston y premio
Gerorg Solti de Dirección Orquestal, lo que le valió ingresar a circuitos
Europeos de segundo orden, al igual que en los Estados Unidos. Ganó amplia
reputación como Director de Opera y Conciertos, lo que le permitió llegar a la
titularidad de esta Orquesta hace tres años.
La versión ofrecida de la Obertura de “Oberón” de Von Weber, solo puede
calificársela de excelente, por dinámica, musicalidad y esa chispa que la
partitura requiere y que el Director mantuvo latente a lo largo de la
interpretación.
En cuanto a la obra
de fondo, me sorprendió gratamente la elección de la sexta sinfonía de Antonin
Dvorak, la menos frecuentada del grupo de la últimas cuatro sinfonías del
compositor Bohemio, ya que las cinco iniciales se abordan de tanto en tanto y
de ellas la primera, solo fue una vez interpretada
en el Colón en la integral de Diemecke con la Filarmónica. Si bien la versión tuvo intensidad y entrega,
se notó la mayor ausencia de instrumentistas de cuerda en el orgánico y, en
cuanto a Gaffigan, no alcanzó una cuota de mayor expresividad para llegar al
fondo y extraer el color que tiene tan maravillosa partitura. Loable fue el
desempeño de las cuerdas y los vientos, y, en el caso de las primeras, con un empeño increíble en esa coda final que
exige brazos al por mayor para lograr una interpretación sentida.
Hubo tiempo para
bises, la clásica Danza Húngara Nº 5 de Brahms, en donde el único percusionista
mostró la ductilidad de ejecutar timbal y triángulo, y, para grata sorpresa de
los presentes, el cuarto movimiento de la infrecuentada Suite “Americana” de
Dvorak, que en mi caso nunca escuché en vivo en 31 años de oyente, vertida con
mucho sentimiento y lirismo, cuya inclusión mucho agradeceremos.
Donato Decina
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