sábado, 12 de julio de 2014

RESUELTA CON MUCHA INTELIGENCIA



Teatro Colón, Temporada 2014: “Idomeneo”, Drama para Música en tres actos K.366 de Wolfang Amadeus Mozart, Libro de Giambattista Varesco sobre el texto francés de Antoine Danchet. Dirección Musical: Ira Levin, Concepción y Dirección Escénica: Jorge Lavelli con Colaboración Artística de: Dominique Poulange, Dispositivo Escénico. Ricardo Sanchez Cuerda, Diseño de Vestuario: Francesco Zito, Diseño de Iluminación: Roberto Traferri/Jorge Lavelli, Dirección de Coro: Miguel Martínez. Elenco: Richard Croft (Idomeneo), Verónica Cangemi (Illia), Jurgita Adamonyte (Idamante), Emma Bell (Elettra), Santiago Ballerini (Arbace), Ivan Maier (Gran Sacerdote de Neptuno), Mario de Salvo (Una Voz), Selene Lara Iervasi/Vanesa Mautner (Dos Jóvenes Cretenses), FermínPrieto/Sebastián Angulegui(Dos Troyanos). Función del 8 de Julio de 2014.

  Mientras nos predisponíamos a vivir un 9 de Julio más, ecos futbolísticos (eliminación por sopapo de Brasil y ansiedad por el partido de Ntra. Selección) y la cierta ansiedad por la develación de la incógnita artística, una vez mas el Colón demostró que sigue siendo la referencia, el faro, ofreciendo un producto con la calidad genuina de su sello, el que fue expuesto con muchísima inteligencia. Los dos pilares fundamentales en los que este trabajo se sostiene fueron: la buena dirección musical de Ira Levin, con una lectura inteligente, flexible, con “tempi” por momentos ajustadísimos los que apenas por instántes cayeron en leves baches que en nada hacen al resultado general y La imponente puesta de Jorge Lavelli, que nos da una muestra más a los espectadores de su inteligencia y su sentir del teatro. Esta, mayoritariamente ascética, fue resuelta con mucha simpleza con revestimientos de tela de  color natural, creadas por Ricardo Sanchez Cuerda, magníficamente iluminados por Roberto Traferri con alguna clara indicación del Director Escénico, que conformaron interiores y fondos para las escenas grupales y telas y espejos en el decisivo tercer acto para las imponentes escenas de palacio , logrando la concentración del espectador para la acción teatral en la que ninguno de los intérpretes convocados desentonó, con movimientos individuales y de masas convincentes. Sumado a ello, la demostración de haber leído a lo largo de los años y de las muchas veces en que montó el espectáculo la trama de la historia al milímetro. Así vemos la inteligente subida y bajada de las luminarias, de acuerdo al texto, por lo que resaltaban aún mas el sentido de la acción. Un inteligente vestuario de época, diseñado por Francesco Zito, que no desentonó en momento alguno, terminó de cerrar la parte escénica. En el canto, Verónica Cangemi se floreó una vez mas entre Ntros. dictando una verdadera Catedra del buen gusto, entonación, afinación, dicción y fresco fraseo. Jurgita Adamonyté, una vez mas en un personaje travestido como en “Calígula”,  que convenció de manera sólida dando vida al sufrido Idamante, con sólida actuación y buen decir. Emma Bell, esta última fundamentalmente en el último acto en su fuerte intervención de coloratura, que terminó convenciendo y llevándose la mayor ovación del público. En cuanto al protagonista, Richard Croft, se lo vio vocalmente disminuido, administrando al máximo sus recursos, pero aún así, con inteligencia suprema para decir, frasear y en una situación evidentemente extrema, mostró desde ese costado su jerarquía. Párrafo aparte en lo actoral, dio vida convincentemente al atribulado protagonista. No pudieron ser mejor elegidos los demás co-prmarios. Santiago Ballerini, de decisiva intervención como Arbace, Iván Maier, impresionante en el rol del Gran Sacerdote de Neptuno, Mario de Salvo, cantando el rol de Una Voz desde la Araña de sala con generosísimo caudal, celebrar la convocatoria de Selene Lara Iervasi, que no es otra que Selene Lara, a quién tantas veces comentamos en roles de Este repertorio y que por fin es convocada por el Colón para cantar su breve intervención con solvencia junto a Vanesa Mautner, otra verdadera especialista en este tipo de repertorio,  que lo hizo “de taquito” y Fermín Prieto y Sebastián Angulegui, quienes se lucieron como los jóvenes troyanos. Vaya también el saludo a la buena preparación del Coro Estable, por parte del Miguel Martínez el que lo hizo y lo actuó (escena del barco), con admirable solvencia. Y otro más por el programa de mano, certero en sus artículos, especialmente el de Sebastiano de Filippi (otra vez impresionante), que hace que el alto costo sea mas  una “inversión”. Lo único verdaderamente incomprensible se trató de la sorpresiva aparición de la banda fuera de escena sobre el escenario, entonando los compases solemnes durante la escena del fallido sacrificio, llevada sobre un carro con rueditas. ¿será así,  o bien un guiño del Director Escénico a ese Teatro del Absurdo del que desde siempre fue un gran adicto?.


Donato Decina

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