Mozarteum Argentino: Presentación del Jerusalem Chamber Music
Festival, Pianista y Directora: Elena Bashkirova, Violines: Michael Barenboim y
Axel Wilczok, Viola: Madelaine Carruzzo, Violoncello: Timothy Park. Programa:
Wolfang A. Mozart: Cuarteto para piano y Cuerdas en Sol menor K.478; Alfred
Schnittke: Quinteto para Piano y Cuerdas; Anton Webern: Cuarteto para Cuerdas
Op. 28; Robert Schumann: Quinteto para Piano y Cuerdas en Mi bemol mayor Op. 44
(24/06/14 – Teatro Colón).
Después de 6 largos años volvió a presentarse entre nosotros,
el Jerusalem Chamber Music Festival.
Esta celebración anual, porque así debemos entenderla, a la que convoca Elena
Bashkirova, ha recorrido mucho mundo, mas allá de su sede natural, la
muticultural y multirreligiosa Jerusalén, en la que también hay que estar
pendiente de no estar en la línea de fuego, con tanta violencia latente hoy en
día, lamentablemente. Año tras año, Bashkirova renueva el ritual de convocar a
diferentes músicos para que junto a Ella desde el piano, se escuche música de
cámara de la mejor. En la anterior ocasión, recordamos entre otros, la
presencia de instrumentistas de la talla de Gerard Causse, Latica Honda
Rosenberg o Michael Sanderling, quien este año dejará a un lado el Violoncello
entre Ntros., para empuñar la batuta al frente de la Filarmónica de Dresde
dentro de este mismo ciclo del Mozarteum. Hoy, la presencia de Michael
Barenboim como primer violín, como todos sabemos hijo de la Pianísta y de Ntro.
Daniel, nos hace ver que ya no solo ha
crecido biológica y cronológicamente, sino que tampoco no es tan solo el
Concertino de la West Eastern Divan (por lo que en un mes y medio estará
nuevamente por aquí), es un
instrumentista solista que ya se ha presentado junto a grandes Directores por
el mundo: Boulez, Mehta, Maazel, Zinman, Gielen, entre otros, y aquí, en otra posición de destaque, se nos revelo
como correcto instrumentista de cámara. Junto a ellos, Axel Wilczok, Concertino
de la Staatskapelle de Berlín (todo queda en familia), Madelaine Carruzzo en
viola (primera mujer en integrar la Filarmónica de Berlín, en las postrimerías
de la gestión Karajan en 1984) y Timothy Park, un violoncellista
Coreano-norteamericano. Todos con sus mas y con sus menos, poseedores de
frondoso currículum para un programa exigente, digno de una familia que de la
música comprometida hace un culto.
Es indudable que
mucho le debe Bashkirova a su relación tanto personal como profesional con
Daniel Barenboim, y se nota en el armado
mismo del programa. Obras poco difundidas y otras muy comprometidas. Abrir con
el Cuarteto para Piano y Cuerdas Nº 1 de Mozart, obra pocas veces escuchada
entre Ntros., la que se nos reveló en una versión discreta, ya que como Bashkirova lo demostrara en el
recordado concierto del sexagésimo aniversario del Mozarteum como solista del
celebre Nº 21, sus “tempi” y su dinámica no son los mas exactos y eso se transmite al resto del conjunto,
comenzando por su propio hijo, cuyo sonido tampoco favoreció para este trabajo, mientras que Carruzzo y
Park solo se limitaron a seguir a los otros instrumentistas, por lo que el
resultado fue una versión chata y anodina. En cambio debe decirse que lo mejor,
por lejos, fueron las dos obras centrales del programa. El durísimo quinteto de
Alfred Schnittke, ya con Axel Wilczok como segundo violín, el que fue expuesto
en plenitud como lo que es, una obra dura, difícil, sín concesiones, que exige
todo o mas a los instrumentistas y mientras Wilczok era el soporte de
Barenboim, Carruzzo y Park se acoplaban a la perfección y Bashkirova descollaba
con un interpretación soberbia, con un
uso del pedal del piano increíble para marcar todas las notas y silencios que
Schnittke pide, y así se fueron
entrelazando el desgarrador y extenso movimiento inicial, el sentimental motivo
valseado, el tríste andante, la dureza del largo y llegar a la pastoral de
cierre, no exenta de una tendencia minimalista cuyo tema se va lentamente
extinguiendo, cerrando la obra. Y luego, el cuarteto mas breve pero contundente
de Antón Webern, ya con Michael
Barenboim como Guía expuesto de manera sobresaliente. Logro de la
programación de Bashkirova y del Mozarteum que nunca baja los
brazos e insiste en este tipo de repertorio, aún dentro de un concierto con otras obras
tonales y con un público absolutamente conservador, el que por supuesto no se
privo de toser a mansalva en algunos pasajes de las obras. El cierre le cupo al
Quinteto para Piano y Cuerdas del Op. 44 de Schumann, en el que las cosas
corrieron un poco mejor que en Mozart y en donde se notó tal vez demasiado que
era Wilczok el que debía haber sido primer violín, ya que siempre en su
accionar se lo notó “arreando” a sus compañeros. Demasiado tenues los aplausos,
cuando los interpretes se habían prodigado por mas de dos horas. Demasiado
grosero e injusto el desbande de platea con el último compás. Tal vez por eso
los músicos se retiraron sin hacer bises, pero tampoco seamos injustos con
ellos. Con todo lo que dieron no se les podía pedir nada mas.
Donato Decina
No hay comentarios:
Publicar un comentario