Concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos aires Solista
y Director: Philippe Entremont. Programa: Mozart: Obertura de la Opera “La
Flauta Mágica”, Concierto para Piano y Orquesta Nº 20 en Re menor, K. 466. Prokofieff:
Sinfonía Nº 5 en Si bemol mayor Op. 100.
Amigo lector, créame
que no me volví loco ni nada que se le asemeje. La sensación con la que me
retiré de la sala del Colón el pasado Jueves, fue esa. Como un viaje en micro a
Mar del Plata ,en el cuál el motor de la unidad comienza a “ratear”, se
detiene, y uno comienza a preguntarse si se debe a que la unidad es
“antigua”, o bien, que no vaya a ser que no se haya quedado “sin
Nafta”. Entonces trataré en estas líneas de comprender, trasladando al campo de
la música estos conceptos, que fue lo que el Jueves sucedió en el Concierto de
la Filarmónica. Respeto muchísimo la trayectoria y la figura de Philippe
Entremont y no me atrevo a emitir un juicio de valor terminante sobre su modo
actual de encarar los conciertos. Ya está rayando los 80 años y su forma de ver
las cosas hoy, es evidentemente mas “light”, respecto al artista que
conociéramos años atrás. Con todo, no ha dejado de ser para el Colón un
acontecimiento. La sala rebasaba de público, ¡bienvenido sea!, y del que
entiende, ¡A Dios gracias!, entonces fue
una noche esencialmente “Colonera”, parafraseando a mi amigo Ricardo Mandel y
su página de Facebook. Razonable expectativa,
que comenzó a verse en parte defraudada, por una versión “superficial” de la
Obertura de “La Flauta Mágica”, vertida en una lectura anodina y carente de
matices. No hubo juego de timbres, energía, chispa. Uno pensaba que las cosas
cambiarían luego con el Concierto Nº 20, especialidad del invitado y, para
sorpresa mía, los dos primeros movimientos fueron sencillamente para el bostezo,
pesantes, sin vuelo. Solo en parte, tuvimos recompensa en el tercero y
último, donde las cosas se aproximaron
bastante al “punto justo” en la interpretación y ahí, la lógica reacción fue el
buen aplauso a la venerable figura. La pregunta que flotaba en el ambiente era,
si esto fue así, ¿Cómo será Prokofieff?. Lamentablemente, mas de lo mismo.
Orquesta prolija sí, pero que se limitó solo a lo que
Entremont marcó y volvieron a aparecer las mismas cavilaciones, falta de
chispa, matices, juegos tímbricos, versión pesante y anodina y ya en esto fue
demasiado para mí. Con todos los condimentos necesarios para el lucimiento, con
una página brillante en los atriles, nos quedamos a mitad de camino en un trabajo
“discretito” y prolijo y por eso Uds. entenderán ahora el título de mi
comentario. Ahora la respuesta al por que. Evidentemente fue un mix de las dos
razones, faltó combustible y los años no vienen solos……..
Donato Decina
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