sábado, 31 de mayo de 2014

LA SEPTIMA RECOMPENSO CON CRECES





Concierto  a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional, Director: Pedro Ignacio Calderón. Programa: Ludwig Van Beethoven, Sinfonía Nº 4 en Si bemol mayor Op. 60, Sinfonía Nº 7 en La mayor op. 92. Auditorio de Belgrano, 30/05/14.

  En una velada a sala llena la Sinfónica y su Titular prosiguieron con los conciertos dedicados a la integral de las sinfonías Beethovenianas. La superposición de fechas con espectáculos esencialmente líricos y visitas internacionales,  hacen que “Opera Club” solo pueda cubrir esta sesión y, tal vez, la Novena sinfonía. Entonces y sin mas trámite ingresemos en la materia.

  En primer lugar se ofreció la Cuarta sinfonía. Ya desde el primer compás, advertimos que el enfoque de Calderón se aproxima a la interpretación “a lo Toscanini”. De cualquier forma, quedó en Mi la sensación que la versión escuchada tuvo muchas imprecisiones, un sonido un poco “hosco”, que me hacía recordar a Ntras. Orquestas allá por los 50 y los 60, o también, mas acá en el tiempo, a Ntras. Agrupaciones provinciales, que entre los 80 y 90 venían a ofrecer actuaciones en la Capital ya sea como “relleno” de programación en el Colón por época de “vacas flacas” o escenario limitado, o bien,  en el recordado ciclo que Eduardo Rodríguez Arguibel  (hoy Director Nacional de Música y Danza por concurso) organizó en la sala A-B del Centro Cultural General San Martín. No obstante ello, tuvimos momentos de amplio lucimiento como en el segundo movimiento en donde Daniel Kerlleñevich (Clarinete), Ernesto Imsand (Fagot), Jorge Slivskin (Flauta) y Andrés Spiller (Oboe), en sus respectivas partes solistas elevaron y enriquecieron la interpretación, llevándola a un punto de alta emotividad, con lo cual podemos decir que en el balance fue una muy correcta versión, nivelada por la circunstancia antes descripta y cerrada con una convincente actuación del conjunto todo en el último movimiento.

  El plato fuerte era la Séptima, y aquí sí, Calderón acertó en los “tempi” y con buena energía encaró la partitura en un punto justo interpretativo, logrando del conjunto todo una excelente respuesta, logrando una versión “visceral”, vehemente, enérgica, transmitiendo todo el discurso sin fisuras y arrancándole al público una justiciera ovación, que premió una contundente faena.  Evidentemente Calderón a sus 80 años, transita una de las mejores etapas de su carrera y se permite, con toda autoridad, darse estos gustos y vale para El  dárselos, al fin al cabo, autoridad es la que le sobra.


Donato Decina

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