jueves, 8 de mayo de 2014


                                                   LOS HOMBRES EN LA VIDA DE GABRIELLA BESANZONI

Del libro: GABRIELLA BESANZONI
Autor : Roberto Di Nóbile Terré                                       Por eso juzgo y discierno
Por cosa cierta y notoria,
Que tiene el amor su gloria
A las puertas del infierno
Miguel de Cervantes (La Galatea)
En todos los diccionarios y enciclopedias figuran como maestros de Gabriella Besanzoni, Hilde Brizzi y Alessandro Maggi. Pero no fue así. Hay antes, un maduro barítono que al tener delante una quinceañera no falta de pronunciadas formas femeninas, olvidó en algún momento cuales eran sus obligaciones. Posiblemente por tratarse de la alegre y luminosa Primavera, estación en la que todo revive, tuvo recuerdos de su movida juventud.
Un periodista brasilero decía de Ella, "Esta posible escalera de amoríos, sea Gabriella partícipe o no....."
El día 18 de mayo de 1955, la periodista italiana Giulia de Cousandier, realiza una entrevista a la Besanzoni, publicada en la revista "Tempo" que dice lo siguiente:
"su padre la condujo a la casa de un amigo barítono que daba lecciones de canto, deseando conocer las condiciones de su hija. La historia de aquel primer maestro, es también la primera página amorosa de la vida de la gran cantante. No obstante que el barítono se encontrara en edad madura y tuviera mujer e hijos, se enamoró de aquella muchachita todavía sin experiencia, pero de fuerte voluntad.
Frecuentemente junto a la partitura, encontraba Gabriella versos compuestos por El. Era tan joven e ingenua como para no darse cuenta. Fue su vigilante madre, que un día la llamó y le dijo -"Señorita, prepárese porque hoy nos vamos"....... - Cuando su madre le daba del usted, estaba verdaderamente enojada.
Cantante, maestro, poeta, fotógrafo, enamoradizo profesor, creo poder decir que de que quien estamos hablando es del señor Alfredo Di Giorgio, ex-barítono y cuñado de aquel famoso tenor que fue Fernando De Lucia. Combinaba sus enseñanazas de canto con la fotografía y según nos cuenta la "Guía Italiana Monaci", ya desde el año 1903 figuraba en ella como enseñante de canto. Las conclusiones por las cuales llegué al señor Di Giorgio están explicadas en el libro.
A raíz de este incidente, nuevamente la madre y la hija se ponen en viaje en dirección a Pesaro, dejándola por algún tiempo en casa de su hermano. Su cuñada con más alma de brigadiere que de ama de casa, le hacía cantar canciones napolitanas. Era evidente que había ya algo en Gabriella. Pero también aquí, el amor vuelve a hacer acto de presencia en la persona de un joven de la localidad y de muy buena posición. Se declara apasionadamente enamorado con intenciones de esposarla. Otra vez la acción vigilante de su madre, devota cristiana, interviene convincente diciéndole, "si Dios te ha concedido esa voz es para que la emplees cantando. Sería un grave pecado no aprovecharla". Doña Angela impone paz, sosiego y......distancia con el pretendiente. Y otra vez realizando un nuevo viaje, pero de vuelta a Roma.
A partir desde aquí, su relato dice que fue lo suficientemente consciente como para dedicarse de lleno al estudio o que su memoria le impide recordar si hubo otros pretendientes. Es en sus primeros años de carrera cuando aparece el empresario teatral Fautino Da Rosa, portugués de nacimiento pero afincado en Argentina. Controla varios teatros, lo que lo lleva hasta Roma. Por los consejos de la soprano Emma Carelli, directora del Teatro Costanzi de Roma, Gabriella acepta participar en pequeños papeles al mismo tiempo que continúa estudiando.
Con total naturalidad, sencillez y exenta de candidez, me relata apoyándose en poco creíbles justificaciones, el porqué de las relaciones con Da Rosa. "Yo estaba en mis primeras armas, tenía un fuego interior que me obligaba a insistir en mis estudios, me exigía abrirme camino, quería conquistar el mundo, me sentí presionada cuando me ofreció cantar en España y América y no tuve más remedio que aceptar sus condiciones....." Y a renglón seguido, con esa cara de pícara que ponía cuando quería insinuar algo, lanzó una de sus más sonoras carcajadas..........no había que adivinar nada.
Debemos tener en cuenta de que la Besanzoni pasó verdaderos largos períodos de estudios, esfuerzos, sinsabores, disgustos, desánimos, cambiando maestros y registro, sin olvidar que estudiaba como soprano, se dedicó a personajes que tuvo que abandonar más adelante y comenzar de nuevo como mezzo, llegando al convencimiento de haber estado estudiando equivocadamente, hasta encontrar su verdadero camino, por lo que no creo que al señor Da Rosa le haya costado mucho esfuerzo el conquistarla.
Llega el momento de Arturo Rubinstein, famoso pianista polaco, magistral intérprete de Chopín y música española. Según lo relatado por Doña Gabriella su único verdadero idilio con una duración de más de tres años. Detalles pormenorizados en el libro.
Es en la Habana, Cuba, es donde sus problemas con sus enamorados vuelven a repetirse. En esta ocasión se trata del famoso bajo Gaudio Mansueto. A diferencia de los demás casos, este reviste una dramaticidad rayando en la locura, puesto que ante una negativa, Mansueto decide tomarse la venganza por su cuenta pudiendo haber terminado en sangriento caso, con denuncia policial y la penalización correspondiente.
Sus contínuos viajes a Sudamérica la hacen recalar en Brasil. No se esperaba Doña Gabriella que Cupido volviese a darle otra sorpresa. Pasaron varios años antes de que Enrico Lage Martins decidiera cumplir su sueño. En la primera representación de Doña Gabriella en Río de Janeiro, Brasil, asiste a una memorable Carmen. Su punto de mira fue la Besanzoni. Invitación a cenar y posterior propuesta de casamiento que es rechazada en primera instancia, pero que con insistencia y nuevas proposiciones en sucesivas temporadas, se convierte en el primer matrimonio de la más grande mezzosoprano italiana de este siglo.
Quizás Enrico llegó a decir lo que Bécquer en sus rimas: "Hoy la tierra y los cielos me sonríen; Hoy llega al fondo de mi alma el sol; Hoy la he visto......la he visto y me ha mirado. Hoy creo en Dios".
Enrico fallece durante la segunda guerra mundial, Gabriella es declarada extrangera beligerante y comienzan sus grandes problemas con el estado brasilero. Un juicio por la herencia que dura 25 años. Busca refugio en el Coronel de la Guardia de Finanza italiana, Michele Lillo Rubino convirtiéndose en su segundo y último matrimonio.

                                                        con
Hernique Lager Martins 

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