“Nuova Harmonía”: Actuación del Ensamble da Cámera “Umberto
Giordano” de Foggia (Italia). Directora y Clavecinista: Gianna Fratta.
Solistas: Ida Fratta (Soprano), Mateo D’Apólito (Bajo-Barítono). Dino de
Palma(Violín). Programa: Pergolesi: “La Serva Padrona”(Intermedio musical en
dos partes). Vivaldi: “Las Cuatro Estaciones” (con inclusión de proyección
interactiva). Teatro Coliseo (21/08/13).
Sín duda debe haber
sido uno de los pocos conciertos en la historia de “Nuova Harmonía”, en donde
el canto lírico tuvo un rol preponderante y más en la forma de una acción
semi-montada en escena. De todos modos
deberá tenerse en cuenta que en los tiempos que corren, la ausencia de sobre
titulado conspira en contra del espectáculo
ya que no todos leen previamente el programa de mano y por ello se
pierde el sentido de lo que ocurre en escena. No tengo dudas que de haberse
hecho, muchos más podrían haber disfrutado de la escena. Dejo para el debate la conveniencia o no de
realizar las dos obras de programa con instrumentos de cuerda convencionales en
lugar que los de “usanza de la época”, que hoy tienen preponderancia en este
repertorio. Aquí, en ambas obras, el resultado fue satisfactorio.
“La Serva Padrona”,
es una maravillosa comedia a la que Giovanni Battista Pergolesi concibió como
un intermedio musical en dos partes. Mi encuentro con la obra se remonta a
alrededor de 34 años atrás, cuando en las inolvidables “Veladas de Gala”
sabatinas en el Canal 9 estatal, el inolvidable profesor Horacio Carballal,
presentó la obra, con la gente que luego sostuvo “La Scala de San Telmo”,
recuerdo a Eduardo Cogorno entre ellos. Mucho más acá en el tiempo, una
interesante puesta en el poco convencional espacio de la sala Apacheta de San
Cristóbal, permitió el lucimiento de Natalia Cappa y ese formidable valor local
que es Alejandro Spies que eran acompañados además por instrumentos a la usanza
de la época. Y por fín, llegamos a esta realización, con una ambientación de la
que no tenemos noticias de quién la hizo (verdadera lástima), de la cual los
espectadores, mayoritariamente público de edad y de pensamiento conservador en
materia estética, se hubieran sentido agradecidos, porque fue sobria y de muy
buen gusto, con un vestuario de igual característica y que contó con dos
cantantes que en materia actoral tuvieron ambos el “physique du rol” con un
histrionismo a toda prueba, chispeante y de una maravillosa frescura. También
es inconcebible que no se mencione quien fue el actor mudo cumplió el rol de Vespone,
el segundo criado y quien tiene decisiva intervención en la trama cuando se
disfraza del “Capitano Tempesta”, ya que lo hizo de manera formidable. Es de
destacar que el pequeño conjunto que conforma el “Ensamble Da Camara”, exhibió
en los hombres vestimentas acordes al vestuario del espectáculo, solo la
Directora con un impactante vestido negro, lució diferente, pero no por ello chocante. La
iluminación fue ajustada y efectiva. Gianna Frata desde el Clave, dirigió de
manera muy ajustada la interpretación y sus intervenciones en los recitativos
fueron excelentes. En lo vocal, Ida Fratta, su hermana, hizo gala de su
histrionismo, tiene sobrados recursos escénicos, pero un vibrato muy ingrato en
la zona aguda extrema que conspiró por momentos en contra de su trabajo. Sín
dudas, la gran revelación de toda la noche fue el Bajo-barítono Matteo
D’Apolito, con una presencia, Voz e Histrionímo, sencillamente extraordinarios.
Debería interesarse algún Teatro Oficial o compañía privada de nuestro medio
por este elemento valiosísimo que ya al abrir su garganta impuso una presencia
y un centro de escena con suprema autoridad y es un muy joven valor de
veintiséis años al que desde esta página
le deseamos lo mejor.
En la segunda parte
del espectáculo se ofreció una particular versión de “Las Cuatro Estaciones”
donde todos desde el solista hasta la directora lucieron vestidos de Frac. Cupo
el rol solista a Dino de Palma, un violinista que exhibió buena sonoridad y
seguridad a lo largo de toda la obra y una musicalidad sostenida. Tuvo la
virtud de hacerse a un lado en el segundo movimiento del “otoño”, para darle
lugar al conjunto en el único número que Este tiene solo. Aquí Fratta mostró
pleno conocimiento de la obra, solo que el “tempi” sonó, a mi juicio, un poco
lento a lo que hoy en día se interpreta a este Vivaldi.Los conjuntos
camaristicos poseen siempre un valor que se erige en columna vertebral. En este
caso le cabe al contrabajista Daniele Pisanelli el honor. Posee increíble
sonoridad. El punto negativo que tuvo esta versión, radicó en una inexplicable
e inentendible exhibición de diapositivas, mayoritariamente fuera de contexto,
que si quiso hacer de ello un hecho “simpático”, lo terminó convirtiendo en las
viejas sesiones de “mirar diapositivas” en las reuniones familiares de antaño.
¿Que tenían que ver, por cierto, imágenes del Vaticano, del Castel Sant’Angelo
o mujeres mayores pisando uvas para elaborar vino, en fotos sacadas en estío a
lo largo de la obra? ¿O por caso, las
consabidas fotos de ciervos en la nieve para graficar el invierno?. ¿Todavía nos creerán indígenas de arco y
flecha?
DONATO DECINA
No hay comentarios:
Publicar un comentario