viernes, 23 de agosto de 2013

UNA SINGULAR VISITA



“Nuova Harmonía”: Actuación del Ensamble da Cámera “Umberto Giordano” de Foggia (Italia). Directora y Clavecinista: Gianna Fratta. Solistas: Ida Fratta (Soprano), Mateo D’Apólito (Bajo-Barítono). Dino de Palma(Violín). Programa: Pergolesi: “La Serva Padrona”(Intermedio musical en dos partes). Vivaldi: “Las Cuatro Estaciones” (con inclusión de proyección interactiva). Teatro Coliseo (21/08/13).

  Sín duda debe haber sido uno de los pocos conciertos en la historia de “Nuova Harmonía”, en donde el canto lírico tuvo un rol preponderante y más en la forma de una acción semi-montada en escena.  De todos modos deberá tenerse en cuenta que en los tiempos que corren, la ausencia de sobre titulado conspira en contra del espectáculo  ya que no todos leen previamente el programa de mano y por ello se pierde el sentido de lo que ocurre en escena. No tengo dudas que de haberse hecho, muchos más podrían haber disfrutado de la escena.  Dejo para el debate la conveniencia o no de realizar las dos obras de programa con instrumentos de cuerda convencionales en lugar que los de “usanza de la época”,  que hoy tienen preponderancia en este repertorio. Aquí, en ambas obras, el resultado fue satisfactorio.
  “La Serva Padrona”, es una maravillosa comedia a la que Giovanni Battista Pergolesi concibió como un intermedio musical en dos partes. Mi encuentro con la obra se remonta a alrededor de 34 años atrás, cuando en las inolvidables “Veladas de Gala” sabatinas en el Canal 9 estatal, el inolvidable profesor Horacio Carballal, presentó la obra, con la gente que luego sostuvo “La Scala de San Telmo”, recuerdo a Eduardo Cogorno entre ellos. Mucho más acá en el tiempo, una interesante puesta en el poco convencional espacio de la sala Apacheta de San Cristóbal, permitió el lucimiento de Natalia Cappa y ese formidable valor local que es Alejandro Spies que eran acompañados además por instrumentos a la usanza de la época. Y por fín, llegamos a esta realización, con una ambientación de la que no tenemos noticias de quién la hizo (verdadera lástima), de la cual los espectadores, mayoritariamente público de edad y de pensamiento conservador en materia estética, se hubieran sentido agradecidos, porque fue sobria y de muy buen gusto, con un vestuario de igual característica y que contó con dos cantantes que en materia actoral tuvieron ambos el “physique du rol” con un histrionismo a toda prueba, chispeante y de una maravillosa frescura. También es inconcebible que no se mencione quien fue el actor mudo cumplió el rol de Vespone, el segundo criado y quien tiene decisiva intervención en la trama cuando se disfraza del “Capitano Tempesta”, ya que lo hizo de manera formidable. Es de destacar que el pequeño conjunto que conforma el “Ensamble Da Camara”, exhibió en los hombres vestimentas acordes al vestuario del espectáculo, solo la Directora con un impactante vestido negro, lució  diferente, pero no por ello chocante. La iluminación fue ajustada y efectiva. Gianna Frata desde el Clave, dirigió de manera muy ajustada la interpretación y sus intervenciones en los recitativos fueron excelentes. En lo vocal, Ida Fratta, su hermana, hizo gala de su histrionismo, tiene sobrados recursos escénicos, pero un vibrato muy ingrato en la zona aguda extrema que conspiró por momentos en contra de su trabajo. Sín dudas, la gran revelación de toda la noche fue el Bajo-barítono Matteo D’Apolito, con una presencia, Voz e Histrionímo, sencillamente extraordinarios. Debería interesarse algún Teatro Oficial o compañía privada de nuestro medio por este elemento valiosísimo que ya al abrir su garganta impuso una presencia y un centro de escena con suprema autoridad y es un muy joven valor de veintiséis años  al que desde esta página le deseamos lo mejor.

  En la segunda parte del espectáculo se ofreció una particular versión de “Las Cuatro Estaciones” donde todos desde el solista hasta la directora lucieron vestidos de Frac. Cupo el rol solista a Dino de Palma, un violinista que exhibió buena sonoridad y seguridad a lo largo de toda la obra y una musicalidad sostenida. Tuvo la virtud de hacerse a un lado en el segundo movimiento del “otoño”, para darle lugar al conjunto en el único número que Este tiene solo. Aquí Fratta mostró pleno conocimiento de la obra, solo que el “tempi” sonó, a mi juicio, un poco lento a lo que hoy en día se interpreta a este Vivaldi.Los conjuntos camaristicos poseen siempre un valor que se erige en columna vertebral. En este caso le cabe al contrabajista Daniele Pisanelli el honor. Posee increíble sonoridad. El punto negativo que tuvo esta versión, radicó en una inexplicable e inentendible exhibición de diapositivas, mayoritariamente fuera de contexto, que si quiso hacer de ello un hecho “simpático”, lo terminó convirtiendo en las viejas sesiones de “mirar diapositivas” en las reuniones familiares de antaño. ¿Que tenían que ver, por cierto, imágenes del Vaticano, del Castel Sant’Angelo o mujeres mayores pisando uvas para elaborar vino, en fotos sacadas en estío a lo largo de la obra?  ¿O por caso, las consabidas fotos de ciervos en la nieve para graficar el invierno?.  ¿Todavía nos creerán indígenas de arco y flecha?


DONATO DECINA

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