Teatro Colón: Concierto
de abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solísta:
Marcos Madrigal (Piano). Programa: George Gershwin: Rhapsody in Blue. Gustav Mahler: Sinfonia N° 5 en Do Sostenido Menor. 15/08/13.
El título del
comentario de Este concierto al que se lo llamó “Popular y Brillante”, se
refiere a que tuvo eso: Momentos. Momentos de color en la Rhapsody in Blue,
donde a pesar que la Orquesta demostró una fenomenal preparación, Marcos Madrigal
se reveló como un intérprete al que por instantes le faltaron variedad de
matices para estar a la altura de la obra y
que a pesar de ello, recibió una buena dosis de aplausos como para
justificar ¡Tres Bises!: Dos de Alberto
Ginastera: Danza del Gaucho Matrero y Danza de la Moza Donosa y uno de Ernesto
Lecuona, la celebérrima “Malagueña”, en donde Madrigal mostrara acaso su mejor
veta interpretativa. Momentos en la quinta de Mahler, en donde Diemecke mostró un interesante enfoque fuera de todo
estereotipo, pero mientras El tuvo en todo momento concentración, la agrupación
no respondió totalmente con el empaste que la obra requiere. Veamos: En el
primer movimiento, luego del llamado de la trompeta solista y del primer estallido
de la masa orquestal, se oyó una interesante prolongación de compás en la
entrada de las cuerdas del motivo de la marcha fúnebre inicial. Sin embargo en
la frase final de trompeta, una grosera pifia del interprete sacó del contexto
la música. En el segundo movimiento,
pasajes a mayor velocidad de lo habitual en el desarrollo del tema tormentoso.
En el Scherzo, tal vez el mayor acierto del conductor mexicano, el hacer
tocar de pie al solista de trompa en sus solos (¡bravo Fernando
Chiappero!), pero aquí surge nítido un tema de empaste y es que la hilera de
primeros violines no respondieron a la intención del Director en el Crescendo
que lleva a la explosiva coda final y
los golpes de arcos no fueron los esperados. Un Adagietto que mostró momentos
interesantes, aunque uno esperaba la prolongación del último acorde para que
engarce perfecto con la primera nota del último movimiento a cargo de la trompa
solista y en la fuga expresada en el Rondó Finale, se escuchó a una orquesta
correcta, pero sin el plus de concierto que sí se percibió en la quinta de
Bruckner del concierto anterior, aun cuando en las tres últimas variaciones y
la coda final se produjo el mejor momento de la noche gracias al sostén de la
tensión, la fuerza y grandiosidad que la partitura muestra, más allá que
también un clarinete tuvo su momento de grosera pifia, claramente
percibida. En suma el título de esta
crónica Momentos interesantes, pero tal vez, sobre todo en Mahler, hace falta algo más para una versión
redonda.
DONATO DECINA
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