sábado, 3 de agosto de 2013

EL MEJOR CONCIERTO DE DIEMECKE Y EL CARISMA DE SERGIO TIEMPO

Concierto de Abono N° 10 a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Sergio Daniel Tiempo (Piano). Programa: Maurice Ravel: “Concierto para La Mano Izquierda”, para piano y Orquesta. Antón Bruckner: Sinfonía N° 5. Teatro Colón, 01/08/13.


Para quién les escribe fue, sin dudas, el mejor concierto que le haya escuchado a Enrique Arturo Diemecke en los catorce años ininterrumpidos en que viene a trabajar a Ntro. País y, por añadidura, el mejor concierto al frente de la Filarmónica ya sea como invitado o en sus dos períodos como titular del Organismo. Tuvo todo: clima, delicadeza, vuelo, fraseo y color en Ravel. Trabajo de perfección y ajuste en Bruckner. En Ravel, el aditamento fue la soberbia actuación de Sergio Tiempo, quien además, tiene simpatía al trabajar con Diemecke y esa corriente se plasma en realizaciones como la de esta sesión, en la que el ida y vuelta fue permanente y la versión ofrecida haya sido sencillamente espléndida. Hasta quedó puesta de manifiesto esa asociatividad a la hora del Bis con  una maravillosa versión del segundo movimiento del Concierto en Sol del mismo Ravel, con un Tiempo que logra  clima e  intensidad justos y un Diemecke que lo acompaña de maravillas. En cuanto a Bruckner, Diemecke extrajo todo el bagaje de la partitura con una magnífica intervención de la Orquesta, en especial los metales que sonaron perfectos y construyendo una verdadera “Catedral Sonora”, o mejor dicho, que la Orquesta  toda  se transformara en el Organo de esa Catedral, como ocurre con cada una de las partituras del compositor austríaco. Cada movimiento tuvo lo suyo, intensidad en el inicio. Concentración en el Adagio, el clima “diabólico” del primer tema del Scherzo y como, contraposición, la rusticidad del segundo tema. Y para el final, la fuga que se desarrolla sobre el motivo principal del primer tema del inicio y que desemboca en la coda final, más allá de un corte que Diemecke hizo, entiendo que, por motivos de duración en función del público, ya que en ese punto es una variación en la fuga que reitera exposiciones anteriores dentro del mismo. La coda fue expuesta de manera magistral con un corte “a lo Diemecke” en el final, logrando la contundencia que la partitura pide y desatando la ovación del público por la faena lograda.

  Párrafo aparte, las conductas del público. Hubo neófitos que  aplaudieron el final del movimiento de Bruckner como si fuera el final de la sinfonía, una vez más Diemecke tuvo que hacer de maestro de música, indicándoles que solo al final del cuarto debían aplaudir. Para cuando comenzamos a concientizar al público?.
  Durante la interpretación de Ravel, el zumbido irritante del audífono de una asistente en platea, a la que este cronista identificó, para luego comunicarlo a las acomodadoras de sala, estorbó en todo  el desarrollo de la obra y del bis, llegando a llamar la atención de Tiempo, Diemecke y los instrumentistas, con el peligro de terminar arruinando la interpretación misma. Es hora de darse cuenta de que es mejor y más cómodo escucharlo por radio en casa.



DONATO DECINA

1 comentario:

  1. El concierto fue inolvidable. El corte del cuarto movimiento está indicado en la partitura de la edición del Dr. Novak como opcional desde la letra L hasta la Q (compases 270 al 373 inclusive). En cambio hubo un brevísimo corte en el primer movimiento entre la X y la Y (compases 477 a 484). Igualmente fue uno de los mejores Bruckner que una orquesta argentina haya brindado!

    Guillermo Rostom Maderna

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