Concierto a Cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional,
Director: Pedro Ignacio Calderón. Solistas: Cuarteto Buenos Aires: Haydee
Seibert, Grace Medina (Violines), Marcela Magin (Viola), Edgardo Zollhofer
(Violoncello). Programa: Ervin Shulhoff: Concierto para cuarteto de cuerdas y
vientos: Gustav Mahler: Sinfonía Nº5. Auditorio de Belgrano 30/08/13.
José Luís Perez de
Arteaga, un cronista español que admira y mucho el repertorio post romántico,
definió con lucidez al comentar la edición hispana de la quinta de Mahler por
Herbert Von Karajan, que la obra significaba el paso “de la Sombra a la Luz”.
Pues bien, pidiendo el respectivo permiso de uso de la expresión para mi
crónica, Este concierto significó el recorrido inverso. Siento un profundo
dolor al escribir estas líneas. Lamentablemente, salí con una fea sensación del
Auditorio de Belgrano. Al concurrir ya sea por mi obligación ante Uds., como
por querer saber como respondería la Nacional ante la versión descomunal de
Mehta 72 horas antes, como por la muy respetable de Enrique Arturo Diemecke de
15 días atrás con la Filarmónica, uno fue con justificada expectativa.
Calderón-Mahler. El difusor mayor entre Nosotros de la Obra del compositor
bohemio. Sumemos el Concierto para cuarteto y orquesta de vientos de Shulhoff,
es decir, Calderón en su salsa ofreciendo repertorio desconocido. Mano que se
nota de Haydee Seibert, primer violín del Cuarteto Buenos Aires, compañera en
la vida del Director y coordinadora del programa “Música en Plural”, que aboga
entre otras cosas por la difusión de repertorios y obras olvidadas como la que
se presentó. Las aristas eran interesantes, el resultado…….
Shulhoff fue sin
dudas lo más logrado de la noche. Los vientos y bronces de la Nacional mostraron
toda su capacidad a lo largo de la obra y el Cuarteto Buenos Aires cumplió
acabadamente con su rol solista. A lo largo del desarrollo, se ven influencias:
Stravinsky, Bartok, Shostakovich. Se trata de una obra muy intensa, con una
sección central muy sombría. Es innegable que por algo no forma parte del
repertorio habitual, pero no por ello debe ser silenciada. Valió la pena
conocerla y conocer mas a un compositor hasta hace muy poco ignoto entre
Nosotros.
En Mahler sobrevino
lo imprevisto. Llamó la atención la disposición de la Orquesta. Planos elevados
para la percusión y los bronces. Otro tanto para el Arpa. Pantallas deflectoras
de la cámara acústica situadas sobre las tarimas elevadas. Más adelante en unas
tarimas más bajas, los vientos. La cuerda a ras de piso. Para el tercer
movimiento el corno solista debió permanecer de pie a lo largo de todo el
mismo, como si fuera un concierto aparte dentro de la misma sinfonía. Una
trompeta solista, la misma de siempre, que en el solo que inicia la obra comienza
a trastabillar y pifia ahí, justo en el momento mas dramático (tercera vez que
le pasa en conciertos que Yo escuché, mis crónicas lo señalan), cuerdas que
suenan débiles ante la masa de bronce y percusión que pasa por encima.
Violoncellos que en su entrada en la sección central del segundo movimiento
suenan desafinados TODOS. Un tercer movimiento que en su inicio mismo muestra
al corno solista en su atril, el resto de los compañeros dudan al unísono,
resultado: grosera pifia general de toda la sección en el arranque mismo.
Percusionistas de oficio, que uno conoce, alguno de ellos de purrete cuando
militaba en la Juvenil de Radio Nacional con Ljerko Spiller. Parece que faltaba
luz por allí, miraban partituras de cerca. Contaban compases para entrar. Entraron
a destiempo. En la parte final, Adagietto y Rondó-Finale, pareciera que las
aguas aquietaron, todo entró por sus fueros y la interpretación se salvó en
parte, ya que no logró que se borre la pobre impresión que el resto dejó.
Calderón necesitó dirigir parte de la obra sentado, pareciera que el físico no
está en momento ideal. Creo que es necesario hacer un replanteo general de como
organizar todo. El aplauso cariñoso que el público ofrendó al final, sonó mas a
gratitud por todo lo dado en 20 años a esta parte, que por el nivel alcanzado en la sesión.
Todos, Director y Músicos lo saben y la impresión que tengo es que en sus
convicciones sienten que han defraudado. La sensación fea con la que me fui, es que muchos de los que estuvieron en el
escenario están ante la tremenda disyuntiva de tener que dar el paso al
costado.
DONATO DECINA
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