Miguel Patrón Marchand (“Cien grandes
cantantes del pasado”, 1990)
Fue considerada la cantante más brillante de
su tiempo. Triunfó ante todos los públicos, dejando una estela de imitadoras
como la Arnoldson, la Sembrich, la Torresella, la Albani y la Melba.
La voz, de color y
características lírico-dramática, se extendía del do grave al fa sobreagudo; no
poseía un volumen descomunal pero era timbrada e incisiva.
Dominaba la técnica de
coloratura con pasmosa facilidad, lo que le permitió encarnar con total éxito
la vasta gama de heroínas románticas de Rossini, Bellini y Donizetti.
Su órgano vocal era
también mórbido, pastoso y aterciopelado, y todas sus creaciones tenían un
preciosismo increíble de trinos, escalas, cambios de registro y ataques.
Patti nació en Madrid
el 19 de septiembre de 1843. Sus padres fueron el tenor Salvatore Patti y la
soprano Caterina Chiesa Berrilli. Mientras esta última cantaba Norma, debió interrumpir la función para
dar a luz a Adelina en la capital española.
Con sus hermanas Amalia
y Carlotta cultivó el canto desde muy joven. Imitó a su madre en un primer
momento, demostrando desde un principio unas condiciones naturales de primer
orden.
A los seis años,
radicada su familia en los Estados Unidos, comenzó a estudiar canto con su
cuñado Maurice Strakosch, y a los ocho años tuvo un éxito fulminante al
interpretar ante el público un fragmento de
La Sonnambula.
Durante un período
continuó presentándose como niña prodigio. Hizo luego un paréntesis en su
actividad, mientras se dedicó a realizar serios estudios de canto con Elisa
valentini, con su hermanastro Ettore Berrilli y con Emmanuele Muzio -amigo y
único discípulo de Giuseppe Verdi-.
Su segundo debut se produjo
en la Ópera Italiana de Nueva York con Lucia
di Lammermoor, en noviembre de 1859 con el seudónimo de “Little Florinda”.
La temporada siguiente
sirvió a Patti para adquirir más fama y enriquecer su repertorio con El barbero de Sevilla, Moisés, La Sonnambula, I Puritani,
Don Pasquale, L’elisir d’amore, Linda de
Chamounix, la Zerlina de Don Giovanni,
La Traviata y Rigoletto. Además, cantó ocasionalmente Ernani e Il Trovatore.
Se hizo conocer en varias ciudades
de los Estados Unidos. En mayo de 1861 se presentó en el Covent Garden; luego
siguieron éxitos en Madrid, San Petersburgo, París, Viena y Berlín.
En 1868 se casó con el Matrqués de
Caux, escudero del emperador Napoleón III. Sus maridos posteriores serían el
tenor Nicolini –nombre artístico en realidad de Ernest Nicolas- y el Barón
sueco Rolf Cederström, que era mucho menor que ella.
Favorita indiscutible de todos los péblicos, descollaba en Fausto, Romeo y
Julieta, La Traviata y El barbero de
Sevilla. Se había convertido, sin duda, en la cantante más popular de su
época.
Desde 1875 comenzó a cantar con su
segundo marido; a partir de 1893 dedicó la mayor parte de su tiempo a dar
conciertos, espaciando sus presentaciones escénicas, Sólo en el Covent Garden
patició en veinticinco temporadas consecutivas, interpretando más de treinta
papeles de Rossini, Bellini, Donizetti, Verdi, Gounod y Meyerbeer. Fue también
la primera intérprete londinense de Aída y Julieta.
Se dice que fue la cantantante mejor
pagada de su tiempo. Percibía doscientas guineas por función, en el Covent
Garden, y cinco mil dólares en Norteamérica. Además, imponía sus cláusulas en
los contratos por los cuales se la eximía de ensayar y se le permitía exigir el
tipo de letra con que su nombre aparecería en los programas.
En 1897 concluyó su carrera teatral
con La Traviata y Lucia di Lammermoor, en Montecarlo. En
1908 cantó El barbero de Sevilla en
el teatro privado de Jean de Retszké en París.
Finalmente en 1914, en el Albert
Hall de Londres, tuvo lugar su última aparición en público, en un concierto a
beneficio de la Cruz Roja.
Sobre esta artista es interesante el
libro El reino de la Patti, de
Hermann Klein, publicado en 1920.
Adelina Patti falleció en la ciudad
galesa de Breckok, el 27 de septiembre de 1919.
Al principio de su carrera había
sido una cantante poco comunicativa, pero luego llegó a convencer en el enfoque
de sus personajes. La idolatría de sus públicos aumentó su divismo; se permitió
poses de reina y caprichos casi infantiles; también se la acusó de ser una
persona sin sentimientos.
Las seis grabaciones que dejó para
el sello G. & Typewriter de Gran Bretaña son decepcionantes: sin embargo,
se debe tener en cuenta la edad de la artista –que había pasado los sesenta
años y los cuarenta de carrera- además de lo rudimentario del proceso.
PARA
ESCUCHAR:
Voz hablada de Adelina
Patti en un mensaje a su último marido http://www.youtube.com/watch?v=aD2mZ2ZDznk
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