Mozarteum Argentino:
actuación del Atos Piano Trio conformado por Anette Von Hehn (Violín), Stefan
Heinemeyer (Violoncello), Thomas Hoppe (Piano). Programa: Beethoven: Trìo en Si
bemol mayor op. 97 (Archiduque). Schubert: Trío para piano y cuerdas Nº2 en Mi
bemol mayor D.929 (Op.100). Teatro Colón 2º Ciclo (18/06/13).
Creo haber tenido el
privilegio de haber asistido a un acontecimiento de excepción porque no le cabe
otro calificativo. La actuación del Atos Piano Trío, nos ha mostrado a un
conjunto de excelencia que ha llegado a ocupar el vacío dejado por otros
notorios interpretes que van dejando el paso a las nuevas generaciones y , de
hecho, los integrantes de esta agrupación Germana forman parte de ellas.
A medida que la
sesión transcurría, se tuvo la evidencia de que se estaba en presencia de un grupo con sonido
homogéneo, bien trabajado, afinación perfecta y solidez interpretativa. El
trabajo que efectuaron en la primera parte con el celebérrimo trío “Archiduque”
de Beethoven, fue de una precisión y exquisitez tales, que me ha dejado pasmado. Las sutilezas, la
justeza en los tiempos elegidos y la inspiración de de sus integrantes en los
diferentes pasajes, hicieron que uno quedara boquiabierto. Sobresalió en esta
obra el carácter que le dieran al tercero de los tiempos (Andante Cantábile m
aperó con moto-Poco piu adagio), donde dejaron virtualmente al Colón convertido
en un recinto intimista para la música de cámara. Anette Von Hehn y Stefan
Heinemeyer son dos exquisitos interpretes de cuerda, mientras que Thomas Hoppe
es un pianista de excepción que además de ser un notable músico de cámara, ha hecho dúos con solistas notables como Itzhak Perlman
y Joshua Bell y ya me gustaría verlo en esa experiencia
(ya que Bell, por ejemplo, viene con otro pianista). Es un
instrumentista de conjunto en todo el concepto, que sostiene permanentemente el
equilibrio y se complementa con el otro instrumentista cuando el tercer
integrante tiene su parte del destaque. Los crescendos, los fortes, los
pianissimos parten todos desde su teclado como una orden dirigida a los demás, acatada
a pies juntillas por los otros dos instrumentistas y logrando así la
homogeneidad a la que les hacía referencia.
Si Beethoven fue
sorpresa, ni que hablar Schubert y el famoso trío Op. 100. Música en estado
puro. Fue sentirme en una tertulia vienesa. Sonido cristalino, envolvente.
Cincuenta minutos en los que mantuvieron en absoluto silencio y concentración a
toda la sala. Fue escuchar Schubert en su máxima expresión de punta a punta.
Mas allá de la
justiciera y justificada ovación, afortunadamente no hubo bises. No porque no
lo merecieran, sino porque después de semejante demostración, no hacían falta.
Donato Decina
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