miércoles, 29 de mayo de 2013

CIEN AÑOS DE FUTURISMO MUSICAL


1.-Queremos cantar el amor al peligro, al hábito de la energía y a la temeridad.
2.-El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía.
            3.-La pintura con el arte ha magnificado hasta hoy la inmovilidad de pensamiento , el éxtasis y el sueño, nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.
4.-Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo, un automóvil rugiente que parece correr sobre la metralla es más bello que la Victoria de Samotracia.
5.-Queremos alabar al hombre que tiene el volante, cuya lanza ideal atraviesa la tierra, lanzada ella misma por el circuito de su órbita.
6.-Hace falta que el poeta se prodigue con ardor, fausto y esplendor para enfrentar el entusiástico fervor de los elementos primordiales.
7.-No hay belleza sino en la lucha. Ninguna obra de arte sin carácter agresivo puede ser considerada una obra maestra. La pintura ha de ser considerada como un asalto violento contra las formas desconocidas, para reducirlas a postrarse delante del hombre.
8.-¡Estamos sobre el promontorio más elevado de los siglos! ¿Por qué deberíamos protegernos si pretendemos derribar las misteriosas puertas del imposible?. El Tiempo y el Espacio morirán mañana. Vivimos ya en lo absoluto porque ya hemos creado la eterna velocidad omnipresente.
9.-Queremos glorificar la guerra –única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, lasideas por las cuales se muere y el desprecio por la mujer.
10.-Queremos destruír los museos, las bibliotecas, las academias variadas y combatir el moralismo, el feminismo y todas las demás cobardías oportunistas e igualitarias.
11.-Cantaremos a las grandes multitudes que el trabajo agita, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las mareas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas; cantaremos al febril fervor nocturno de los arsenales y de los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas devoradoras de serpientes que humean, en las fábricas colgadas en las nubes por los hilos de sus humaredas; en los puentes parecidos a gimnastas gigantes que salvan los ríos brillando al sol como cuchillos centelleantes; en los barcos de vapor.
Es desde Italia donde lanzaremos al mundo este manifiesto de violencia atropelladora y aventureros que huelen el horizonte, en las locomotoras de pecho ancho que pisan los raíles como enormes caballos de acero embridados de tubos y al vuelo resbaladizo de los aviones cuya hélice cuje al viento como una bandera y parece que aplauda como una loca demasiado entusiasta, incendiaria, con la cual fundamos hoy el “futurismo”, porque queremos librar este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios.
Ya durante demasiado tiempo Italia ha sido un mercado de antiguallas. Nosotros queremos liberarla de los innumerables museos que la cubren toda de innumerables cementerios.


CARGA DE LOS LANCEROS 
( Humberto Boccioni) 
Así, el 20 de febrero de 1909, escribía en el parisino “Le Figaro” el poeta Filippo Tommaso Marinetti su “Manifiesto futurista” dando a conocer –por medio de una prosa  ardorosa y confusa- las pautas para una nueva cosmovisión de un arte que revolucionaría el futuro.
 Muy mediocre escritor, Marinetti poseía una indudable capacidad de liderazgo y una imaginación afiebrada que lo constituyó en la figura aglutinante de un movimiento que tan sólo –y muy tangencialmente- lograría alguna importancia en la plástica. Sin embargo, su obsesión por el progreso científico e industrial lo llevó a plasmar la idea de robots –en su drama “Elettricità sessuale” de 1909- una década exacta antes que Karel Capec –el autor de “El caso Makropoulos”- diera nacimiento al término robot.
De cualquier manera fue un literato de muy escaso –por no decir nulo- interés cuyos aportes más interesantes están en sus manifiestos. No tuvo seguidores importantes y, salvo en Rusia, fuera de Italia su influencia fue menos que inexistente; aunque en nuestro país el futurismo llegó por escaso tiempo de la mano del peruano Alberto Hidalgo, Marcos Fingerit y Alfredo Brandán Caraffa.


Esta exaltación del maquinismo, la objetividad, el movimiento y la velocidad –sobre todo la velocidad- hicieron ideal su plasmación en figuras y es así como es a través de la plástica donde el movimiento alcanzará sus mejores logros y desde donde podrá ejercer una influencia fundamental hacia el futuro. La ironía es que esta trascendencia la conseguirá a través del comic. Sus diseños geométricos, lineales, la obsesión por los colores puros, la falta de profundidad y la búsqueda del movimiento y la velocidad a través de figuras superpuestas y, a veces, borrosas van a pasar a ser características típicas de las historietas y los dibujos animados.
SOLIDEZ DE LA NIEBLA 
         (Luigi Russolo)

No obstante no pueden dejar de destacarse a varios artistas más que competentes y alguno genial como nuestro Emilio Petorutti. Algunas obras de Gino Severini, Carlo Carrà,  y Umberto Boccioni deben considerarse entre lo más interesante de la pintura y escultura italiana de las primeras décadas del siglo XX..
Uno de estos pintores, Luigi Russolo (1885-1947) poseía cierta formación musical y fue quien el 11 de marzo de 1913 da a conocer en Milán “El arte de los ruidos” que sería el comienzo de la breve pero intensa actividad del futurismo en la música
                                                                                                          PERRO
                                                                                                      .Giacomo Balla

Esta aparece coincidiendo con la gran explosión del expresionismo y, según varios teóricos, como una contraparte italiana del mismo. Yo, sin embargo, sostengo que el expresionismo italiano debe buscarse en la vocalidad exasperada y el uso casi abusivo del diatonismo de un Mascagni, por ejemplo. Pero eso sería material para otro artículo.
Hasta comienzos del siglo XX la música utilizaba sólo una muy pequeña parte de las inmensas posibilidades que le ofrecía el mundo de los sonidos. Si bien no existe ninguna diferencia física básica que diferencie al sonido del ruido, se consideraba a este último como incapaz de integrar el universo musical.
Esta hoy superada posición –que desde nuestro punto de vista resulta absurda, aunque un juicio de este tipo sea anacrónico- fue el gran hallazgo de los compositores futuristas italianos que no dudaron ni un momento en integrar el ruido a la creación sonora.
Si bien Luigi Russolo es la gran figura (aunque sobresalió más como pintor) “el” compositor futurista más trascendente ha sido un alumno de Mascagni bastante conservador: Francesco Balilla Pratella (1880-1995). En 1911 publica un “Manifiesto técnico de la música futurista” donde proclama la utilización de                  “el atonalismo, la enarmonía, la polifonía en sentido absoluto y el ritmo libre”.   
                            LUIGGI RUSSOLO



Sus teorías se basaban en que la música es un universo sonoro de incesante movilidad en la que debían adquirir mayor importancia los ruidos de las fábricas, aviones, trenes, transatlánticos y cuantos sonidos urbanos existieran. La máquina y la electricidad deberían dominar la música. Sus ideas eran confusas y prácticamente no reflejada en sus obras hasta que la presentación en 1913 del “Inno alla Vita” lo pone en contacto con Russolo, que escribe entonces el anteriormente citado manifiesto que hemos puesto a disposición de ustedes en este blog.

                  FRANCESCO BALLILLA PRATELLA

Allí Balilla Pratella toma contacto con los instrumentos de Russolo para incorporar el ruido a los sonidos musicales tradicionales.
Este “ruidismo” fue investigado seriamente por Russolo que determinó seis familias, o grupos, de ruidos:
1.-Tonos, estrépitos, explosiones
2.-Silbidos, siseos
3.-Murmullos, gorgoteos, susurros
4.-Estruendos, crepitaciones
5.-Percusión sobre metales, maderas, pieles y piedras
6.-Voces de animales y hombres, gritos, gemidos, risas

Para producir estos sonidos inventó varios instrumentos del cual el más famoso  es el “intonarumori”, un elefantiásico aparato que necesitaba no menos de dos personas para manejarlo. También fue el creador del “rumorarmonio”, algo parecido al órgano que, además de producir ruidos, generaba intervalos inferiores al semitono.
De todos estos instrumentos no tenemos constancia sobre cómo sonaban –salvo una muy precaria y primitiva grabación- ya que estaban todos almacenados en un depósito en París que se incendió durante la Segunda Guerra.
Volviendo a Balilla Pratella, entre 1913 y 1920 escribe su obra más importante, “L’aviatore Dro” poema trágico en tres actos con mucha influencia de Debussy y en el que incorpora algunos de los instrumentos de Russolo. Luego irá, poco a poco, abandonando el futurismo para refugiarse en un lenguaje vanguardista más convencional y dirigiendo varios años el Conservatorio de Rávena.

Russolo no tuvo demasiados adeptos ni seguidores, y siempre muy esporádicamente. Podemos mencionar a los oscuros alumnos de Respighi Nuccio Fiorda (que se dedicó básicamente a escribir bandas sonoras para películas hasta bien entrados los cincuentas), Franco Casavola (que utiliza un motor de explosión en “La danza dell’elica”) y Pannigi (que en “Ballo meccanico” presenta dos motocicletas)             
                                                                                   CABALLO Y JINETE 
                                                                                            Carlo Carrà

Si uno lee atentamente los principios futuristas no debería sorprenderse que estos             revolucionarios artísticos (incluyendo alanarquista Carrà) terminara todos adhiriendo apasionadamente al fascismo. Martinetti fue el poeta del régimen y Balilla Pratella llegó a utilizar escuadrones para destruír partituras y locales de reunión de músicos que podrían ser considerados competencia.



El futurismo musical fue un  movimiento –el primero en reconocerse con tal denominación- musical que se agotó en sí mismo pero no por problemas artísticos. La técnica que tanto adoraban aún era incapaz de proporcionar al compositor los medios para poder trabajar con los materiales deseados. Será recién en los cincuentas, con Pierre Schaeffer y la aparición de la música concreta y con el gran desarrollo de la música electrónica cuando recién podrán apreciarse los resultados de quienes, de todas formas, hace cien años inventaron la vanguardia.

                                                                                                                 Roberto Luis Blanco Villalba
Para escuchar:

Luigi Russolo: “Veglio di una città”
Francesco Balilla Pratella: “La guerra


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