LA NACIONAL EN
CONSTANTE CRECIMIENTO
Orquesta Sinfónica Nacional, Director Invitado: Francisco
Rettig. Programa: Silvestre Revueltas: “La Noche de los Mayas”. Igor
Stravisnky: “La Consagración de la Primavera”. Centro Cultural Kirchner , Sala
“La Ballena Azul”, 25 de Setiembre de 2015.
Una noche mas en la
que comprobamos que revitalizante ha sido para la Nacional, encontrar por fin
su espacio en “La Ballena Azul”. Las
posibilidades que se abren con semejante auditorio, y esa constante búsqueda de su sonido
definitivo, que la hará distintiva en ese espacio. Con una nueva convocatoria
al Chileno Francisco Rettig, la propuesta musical abordada fue “La Noche de los
Mayas” del Mexicano Silvestre Revueltas y “La obra del Siglo XX”, como muchos
llaman a “La Consagración de la Primavera”.
Desafío interesante al que uno fue con muchas ganas a escuchar.
Recuerdo que hace dos
años, en su última visita, Gustavo Dudamel hizo el mismo programa a la inversa,
para su presentación con la “Simón Bolivar” de Venezuela, colocando a Revueltas
al final. Rettig, sanamente, lo hizo en el orden que se debe, mas allá que El
también tuvo su discutible decisión, haciendo lo mismo el año pasado en su
concierto con la Filarmónica, ofreciendo primero la Segunda Sinfonía de
Sibelius, para cerrar el Concierto con la “Rapsodia Rumana” de Georges Enesco,
simpática pero intrascendente. Aquí, al menos, la cordura primó.
Se dice que “La Noche
de los Mayas” es casi un “Calco” de “La Consagración”, solo que en una versión
mucho menor. La Suite que se ofrece, extraída de la Música para el filme homónimo
de Chano Ureta de 1939, conjuga momentos muy explosivos, con pasajes de una
transparencia sonora cuya combinación logra un producto muy efectivo, capaz de
mantener la atención del oyente. La versión
escuchada de la obra de Revueltas tuvo, colorido, ajuste, muy buen
empaste, prolijidad, pero por momentos,
la fuerza de la percusión se devoró por completo al sonido de la cuerda, sobre
todo en las danzas de “Noche de Encantamiento”, el fragmento final, dada la
enjundia con que los instrumentistas, sobre todo los juveniles refuerzos
convocados para la amplia batería de percusión dispuesta por el compositor, abordaron el pasaje. Esto no pudo ser
controlado por Rettig, mas allá que en modo alguno haya empañado su labor, y también es un llamado de atención para el
Ingeniero Basso, uno de los padres de la “Ballena”, en el sentido que por ahí
es donde hay que ajustar las pantallas superiores que regulan la proyección
acústica de la sala. Justo es decirlo, eso, afortunadamente, no se oyó en
“Consagración”, cuya versión ofrecida ha
sido una de las mas nítidas de los últimos tiempos. Tuvo pulso firme, “Tempi”
justo, muy buen sonido, acertadas intervenciones y respuestas de todos los sectores
de la orquesta, los que justamente pudieron ser apreciados familia por familia,
y que dieron por tierra de manera rotunda por tierra con algunos “mentis”
escuchados por ahí, como que el sonido de la sala era amplificado. Vamos a ver
si era amplificado el nítido pasaje de violas que se escuchó en la segunda
parte durante el momento de “círculos misteriosos”. Rettig tuvo aquí una
actuación verdaderamente consagratoria, en una obra que siente como pocos. Si
la de Diemecke en el Colón tuvo homogeneidad y contundencia, esta estuvo
respaldada por una trasparencia de sonido pocas veces escuchada, por lo que a
Mi modo de ver, el Conductor Trasandino ha ofrecido su mejor trabajo desde su
recordada “Turangalila” de Olivier Messiaen en el Colón con esta misma Orquesta.
Y para cerrar esta
crónica, un dato de color. En el currículum del Director, publicado en el
programa de mano, se expresa que “recientemente” fue elegido por los músicos de
la Sinfónica Nacional como el Mejor Director de los últimos quince años. ¿A que
se referirán?. ¿En Ntro. Medio junto a la Orquesta?. ¿En la Región? ¿Pistas
para la elección del nuevo titular?. ¿Será que entonces nos olvidamos rápido
de las grandes noches de Calderón hasta
no hace mucho?. ¿Cuál es el mensaje que esta expresión cierra?.
Donato Decina
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