sábado, 11 de julio de 2015

 


UN ARTISTA CABAL

Ciclo Oficial de Conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional: Director Invitado: Enrique Arturo Diemecke. Solistas: Soledad de la Rosa (Soprano), María Florencia Machado (Mezzosoprano), Coro Polifónico Nacional. Director Roberto Luvini. Participación de Mario Videla (Organo). Concertino Invitada: Lucía Luque. Programa: Gustav Mahler: Sinfonía Nº 2 en Do menor “Resurrección”. Centro Cultural Kirchner, Sala “Ballena Azul”, 10 de Julio de 2015.

  La expectativa rondaba por todos los pasillos y en las mismas butacas de la “Ballena Azul”. Desde que se supo la programación, el hecho que fuera invitado a dirigir Enrique Arturo Diemecke, el que desde su debut absoluto como Director en Ntro. País en 1999 en el Auditorio de Belgrano nunca mas había sido convocado,  y que la obra que dirigiría sería la Segunda de Mahler, naturalmente fue creciendo el interés, ratificado por la desbordante concurrencia de público, que produjo, de todos los conciertos a los que asistí en el Kirchner, la mayor afluencia. Aparición de notorias figuras del mundo musical. Comentaristas como Víctor Hugo Morales, al que hacía largo tiempo que no veía en los conciertos de la Nacional. Habitués del Colón que gracias a este nuevo auditorio, volvieron a escuchar a la Sinfónica después de muchísimo tiempo. Cámaras de Televisión (sería bueno saber cuál o cuales señales oficiales transmitirán el concierto en diferido para poder difundirlo). La saludable vuelta de las transmisiones en Directo de Radio Nacional, con el mismísimo Pablo Kohan a la cabeza, quien además realizó una charla previa en otra sala del Centro para ilustrar al público, como antes lo hacía en Facultad de Derecho el inolvidable Julio Palacio (casualmente su última charla fue antes de la versión de Calderón de esta sinfonía ahí en 2009).
 En fin, se percibía ansiedad en todos los asistentes, de la misma forma en que a Mí también me acontecía. Y Diemecke retribuyó con creces, con una versión que terminó siendo un perfecto trabajo de orfebrería, entregándonos tal vez su alhaja mas preciada. Tuvo todos los condimentos posibles a partir de un apego absoluto a las indicaciones del propio compositor, que marcan las pautas a seguir en la partitura, pero con su condimento personal.  Entonces, Tensión, Intensidad, Dinámica, Apasionamiento fueron contagiando al gigantesco orgánico orquestal que Mahler solicita, el que luego de atravesar algunas imprecisiones iniciales se fue involucrando de forma tal que culminó en una versión arrolladora y plena de entrega. “Totenfeier” (tal el nombre Original puesto por el autor al primer movimiento), tuvo una intensa exposición y mostró ajuste y equilibrio. La carga dramática que la versión exhibió, fue de tal magnitud, que como expresó el Director Mexicano en explicaciones previas a viva voz al auditorio,  motivó aplicar la larga pausa sugerida por Mahler entre ese tiempo y los cuatro posteriores. El Coro se ubicó ya en su Gradería/Balcón desde el inicio, y las solistas vocales también ingresaron desde un comienzo, por lo que Diemecke logró máxima concentración del público, los músicos y los cantantes, quienes percibieron desde el vamos la progresión dramática que el trabajo adquiría. El “canto franco” que tuvo el andante que sigue fue magistral, la Sección en “Pizzicatti” de las cuerdas y el apoyo de las árpas tuvo una transparencia de sonido sencillamente gloriosa,  y el “Scherzo” posterior continúo en la misma línea. Aquí bronces, vientos y la percusión mostraron un empaste notorio. Podrá decirse que tal vez la acústica de la sala aún brinde un sonido demasiado brillante y que haya habido alguna estridencia de mas, pero lo cierto es que aquí el apasionamiento de Diemecke lo pudo todo,  y la respuesta orquestal fue rotunda.  “Ulricht” nos  mostró  a una María Florencia Machado en saludable y franco crecimiento. Con voz muy profunda entonó el Lied que forma parte también del Ciclo “El Cuerno Mágico de la Juventud”, el que tuvo un muy sentido final,  y que dio paso al arrollador ataque inicial de la Orquesta en el último movimiento. La banda interna, tuvo un lucimiento magnífico en sus dos momentos de intervención, con la “Llamada de Dios” y sus variaciones posteriores,  y Diemecke le extrajo lo mejor a la Nacional, con un discurso orquestal francamente conmovedor, tanto por la enjundia de la marcha que tiene al “Dies Irae” como motivo principal, como al tema que se desarrolla a partir del “Llamado de Dios” que después será citado por el Coro. Y aquí la otra “perlita” fue que la masa coral inició su intervención cantando desde sus respectivos asientos, hasta el momento previo a la coda final. En este punto, la voz de Soledad de la Rosa corrió magnífica por toda la sala, iniciando junto al coro su participación con las notas mas bajas,  hasta el momento en que toma vuelo propio su participación solista, sobresaliendo sobre la orquesta y la masa vocal. Machado aquí estuvo correcta, aunque por momentos la orquesta cubrió su intervención. El Coro Polifónico Nacional, demostró una vez mas las cualidades que siempre le he reconocido en mis crónicas, con ajuste,  empaste y homogeneidad, en la que fue la actuación de despedida de Roberto Luvini al frente del organismo, ya que al momento de escribir estas líneas, el propio Director lo acaba de confirmar en las redes sociales y, de hecho, no salió a saludar como es costumbre al final de la interpretación,  y al Sub-Director, Darío Marchese, también se lo vio deambular por los pasillos de palco de la “Ballena”. Es de esperar, que quién lo suceda mantenga el mismo rumbo de trabajo, y este,  termine siendo instancia de mayor superación. La intervención que Mario Videla efectuó en el órgano, fue de apoyo, resaltando con énfasis la coda y coro finales, y de ningún modo arrolladora. Se lo escuchó muy bien en el inicio de la estrofa final del texto de Klopstrock, sirviendo como pie al coro, e integrándose de manera impecable a la masa orquestal, sin sobresalir en ningún momento. Y todos convergieron en un final conmovedor, cerrado por Diemecke con el corte de música tan caro a sus sentimientos de Director, encontrando en el público la ovación mas estremecedora. Párrafo aparte para la increíble omisión en el programa de mano de los refuerzos que actuaron en la orquesta, como así también que Lucía Luque, una de las mas interesantes interpretes de Violín de la generación de jóvenes músicos argentinos que residen en Europa, fue la Concertino invitada que hizo su presentación en Este concierto, dato que de ningún modo debió haber sido omitido y por eso, en desagravio suyo, lo hago resaltándolo entre los artistas que intervinieron en esta versión, a la que sitúo junto a las de Zubin Mehta para el Mozarteum en 1993 con la Filarmónica de Israel y al Coro Estable del Colón preparado por Vittorio Sicuri y la ya mencionada de Calderón con Estos mismos organísmos del 2009 en Derecho. Diemecke se superó a si mismo, ofreciendo una versión mas intensa que la del 2010 en el Colón con Filarmónica y el Coro Estable y demostró lo que un artista cabal, como verdaderamente lo es, es capaz de dar.

Donato Decina

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