martes, 31 de marzo de 2015

PROMETE, PERO EL COMIENZO FUE DISCRETO

Teatro Argentino de La Plata: “La Traviata” Opera de Giuseppe Verdi con Libreto de Francesco María Piave,  basada en “La Dama de las Camelias” de Alexandre Dumas (H). Intérpretes: Marina Silva (Violetta Valery), Darío Schmunck (Alfredo Germont), Omar Carrión (Giorgio Germont), Rocío Arbizu (Flora Bervoix), Francisco Bugallo (Gastón, Vizconde de Letorieres, Luís Alberto Jáuregui Lórda (Barón Douphol), Sebastián Sorrarain (Marques D’Obigny), Víctor Castells (Dr. Grenvil), Claudia Casasco (Aninna), Ricardo Franco (Giuseppe), Leonardo Palma (Un Criado), Felipe Carelli (Un Mensajero). Orquesta Estable del Teatro Argentino de la Plata. Director: Diego Censabella, Coro Estable del Teatro Argentino de La Plata. Director: Hernán Sánchez Arteaga. Figurantes de Escena Bailarines con la coordinación de Mariana García y Micaela Fuentes. Dirección de escena, Diseño escenográfico, de Vestuario e Iluminación de Willy Landín. Teatro Argentino de La Plata, 29 de Marzo de 2015.

 

El Coliseo Platense abrió sus puertas a la lírica con una reedición de la puesta presentada el año pasado de “La Traviata”, con firma de Willy Landín. Es evidente que aún el público platense solo responde a los títulos clásicos, porque mas allá de los intentos de ampliación y renovación del repertorio, solo puede apreciarse el lleno de sala ante un “gancho” como el de la inmortal página verdiana. Reponerla, supuso una vuelta de tuerca sobre lo trabajado el año anterior. Lo ingrato, la deserción de Paula Almerares por un problema de salud que la obligó a un  reposo vocal absoluto, por lo que el peso del protagónico recayó en Marina Silva, de cuyo desempeño me referiré en las próximas líneas. Todo lo que pueda decirse de “Regie”, elenco, orquesta, coro y bailarines, tendrá consecuencia directa de la lectura plana de Diego Censabella, la que por ello no se la puede llamar concertación. Fue Anodina, falta de matices, ni que hablar de vuelo poético, toda igual. Frente a este estado de cosas se pudo apreciar un muy desajustado palco escénico con entradas erráticas,  aún de los mas experimentados, lo que me llevó a plantearme si debía permanecer allí para el resto del espectáculo o anticipar mi regreso a la Capital. La curiosidad pudo más y abordé el segundo acto con la esperanza de poder encontrar mejores resultados, que de no haberlos habido, ahí si me retiraría de la sala hasta la hora fijada para el regreso del micro-ómnibus del Teatro. Solo la experiencia innata de Omar Carrión y la entrega total de la pareja protagónica, hizo que el espectáculo saliera a flote, manteniendo el interés de la platea ante cada intervención de Estos. Por lo demás la actuación de los demás integrantes del elenco, y aún el Coro Estable, solo rozó la corrección y ,en alguno de ellos, apenas una “pasada de letra”, la que cuesta mucho creer, para un título que se ha repetido en el Argentino casi “hasta en la sopa”.

 En cuanto a la puesta de Willy Landin, consistió en un gran “Dressoid” o “Toilette”, acompañado de un gran cepillo, en cuya superficie transcurren los desplazamientos principales de los protagonistas, los que acceden por una escalera situada estratégicamente en uno de los cajones del mueble. Completan la escena Valijas antiguas, cajas de sombreros y envases gigantes de productos de tocador de la época. Podrá variar en muebles de jardín en el primer cuadro del segundo acto, un gigantesco collar en la parte superior del mueble mas algunas arañas en el segundo cuadro y  la infaltable cama y el ventanal en el tercero. Para la escena de la fiesta de Flora, se completó la vista con el detalle que una de las cajas de sombreros se transformaba un Caja de música con la clásica “Bailarina Vestida de Rojo”,  girando dentro de ella y la tapa de una caja de bombones se daba vuelta para que el paño verde que la forraba, se transforme en la mesa de juego que provocará el reto a duelo entre Douphol y Alfredo. Haciendo una prolija lectura de este panorama, deduzco que por ser Violetta  una prostituta que ejercía su oficio con gente de la nobleza, solo pueden guardarse los secretos en un solo lugar y es en el  cuarto en el que desarrolla su trabajo y de ese ambiente es el “Toilette” en donde lo atesora, como muchas mujeres lo han hecho a lo largo de la vida. El ir y volver de los personajes, se efectúa a través de la escalera que está estratégicamente situada en un cajón de ese mueble, por lo que lo hacen al servicio de la historia apareciendo y desapareciendo por allí, según la circunstancia. Sólo de esa manera entiendo Yo el sentido de la puesta , la que tuvo detalles de poco gusto en la coreografía inicial de los mozos,  danzando bandeja en mano al mejor estilo de las colas de películas que abrían el inolvidable “Hollywood en Castellano” de los Sábados a la noche en el viejo canal 11, la que peor aún ocurrió en el segundo cuadro del tercer acto, cuando aparecen en Frac  en la parte superior del cuerpo y Calzoncillos en la parte inferior, haciendo recordar a este cronista la cartelera de la revista oficial del Teatro Astros de comienzos de 1980 donde las fotos de los cómicos eran de idéntica forma. Dejando de lado estos detalles, hubo escasa marcación en el primer acto, la que luego fue recomponiéndose a lo largo del resto de la obra y absteniéndonos de esta situación grotesca que referí, es un concepto interesante que el Director de Escena deberá profundizar a futuro.

  Si se tiene en cuenta la presencia de títulos como “Carmen”  Y 

“Otello”, entre otros, estamos en presencia de una apuesta muy 

fuerte para la temporada, pero el comienzo, fue con una función 

apenas discreta.

 Donato Fabián Decina



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