Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Roberto
Paternostro, Solista: Néstor Garrote (Oboe). Programa: Ralph Vaughan Willams:
Concierto para Oboe y Cuerdas en La menor; Ramiro Gallo: Pequeño Concierto para
Oboe, Cuerdas y Piano; Wolfang Amadeus Mozart: Sinfonía Nº 41 en Do mayor Kv.
551 “Júpiter”. Teatro Colón, 18/09/14.
Después de los cuatro
programas Diemecke de largo aliento, la calma. Un apacible y tal vez muy corto
programa de cámara, al que perfectamente se lo puede describir como un oasis,
pero que de todas formas impone al concertador el desafío de saber ensamblar y
preparar, frente a un orgánico reducido y un ámbito ante el cual no se escapan
los detalles y se queda expuesto ante la menor falla. Y aquí vaya el doble mérito tanto para
Roberto Paternostro, el Director convocado, y para los músicos de la
Filarmónica, que ratificaron el extraordinario momento que la agrupación pasa y
la indiscutible calidad individual de sus componentes.
La primera parte del
programa, permitió apreciar una vez mas la categoría de Néstor Garrote, oboe
solista de la formación porteña, quien abordó dos obras estéticamente muy
bellas, a las que le aportó su técnica impecable y una muy sentida
interpretación en ambas. En primer lugar el Concierto para Oboe y Cuerdas de
Ralph Vaughan Williams, Obra de madurez que describe temas típicos de la
campiña inglesa, no exenta de la tradicional “flema británica” que está
presente en muchos momentos de la misma. Garrote demostró conocimiento cabal,
exhibiendo expresividad, maravilloso y muy grato sonido y la ya señalada
solidez técnica, extrayendo todo lo mejor del instrumento. La Orquesta se
consustanció en el acompañamiento, redondeando Paternostro una labor sin
fisuras. A renglón seguido, se ofreció el Pequeño Concierto para Oboe, Cuerdas
y Piano de Ramiro Gallo, compositor de solida formación clásica, pero al que se
lo distingue mas por sus trabajos de raigambre popular. Amigo personal del
solista, compuso para El esta obra, en la que si bien se distinguen sonidos
propios de Ntras. dos máximas expresiones musicales (Folcklore y Tango) , tiene
la virtud que no se arrastra por lugares comunes (como podría ser el estilo
Piazzolla), obteniendo por resultado una producto muy logrado, al que Garrote
le sacó todo el jugo, ganándose el favor del público presente en
la sala. Rescato también el acierto de contratar para la
parte pianística de esta obra a Leandro Marconi, ya que la parte reservada a
ese instrumento es sostén del conjunto musical. Su conocimiento del repertorio
popular posibilitó que el entendimiento con los demás haya sido óptimo y por
eso la lógica decisión de Paternostro de hacerlo poner de pie al final para su
destaque. Y hablando del Director, sorprendió aquí muy gratamente, pues demostró
tener flexibilidad y adaptación a la música argentina y una vez mas extrajo lo
mejor de la cuerda de la Filarmónica.
La parte final quedó
reservada para la gran “Júpiter”, el último de los aportes del genial
Salzburgués al género sinfónico. Paternostro acertó rotundamente en la elección
de los “tempi”, aunque la versión mostró la limitación interpretativa, ya que
por momentos faltó “vuelo” y sutilezas, cosas que no se le pueden pedir a esta
altura de su trayectoria. Empero,
mantuvo pulso firme y cohesión de conjunto, el que mostró una muy buena
amalgama de sonido.
Donato Decina
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