Buenos Aires Lírica: “Wagnerfest”, Concierto Sinfónico-Vocal
con fragmentos de “Tanhauser”, “El Ocaso de los Dioses” y La Walkiria” de
Richard Wagner. Director: Pedro Pablo
Prudencio. Solistas: Carla Filipcic Holm (Soprano), Hernán Iturralde
(Bajo-Barítono). Teatro Avenida (2/05/14).
Al momento de
comenzarles a escribir esta crónica, van dos horas y treinta minutos
aproximadamente de la finalización del Concierto. Y digo concierto porque mas
allá de un juego lumínico tanto en la célebre “Canción de la Estrella
Vespertina” de “Tanhauser” como en la
“Música del Fuego Mágico” con la que se cierra “La Walkyria”, a modo de
ambientación, no deja ni mas ni menos de ser un Concierto Sinfónico-Vocal. Que
no está mal ni mucho menos, de hecho lo hace el Colón en sus abonos de Opera y
lo hará también “Juventus Lyrica”, como también, desde hace algunos años la
Sinfónica Nacional hace selecciones de un título al año en forma de Concierto y
el “Ensamble Lírico-Orquestal” hará lo suyo con “Porgy and Bess” de Gershwin.
En definitiva, una valedera variante que permite recuperar una función perdida
desde hace algunos años en los abonos, ofreciendo en este caso una selección de
Operas de Wagner. Compromiso serio si los hay. De hecho, la entidad
organizadora realizó anteriormente una interesante y recordada puesta de “El
Buque Fantasma”, justo cuando merodeaba el “asunto Kuitca”
respecto al mismo título en el Teatro Colón,
con un satisfactorio resultado. Ahora, tomaron el saludable riesgo de
programar una selección respecto a dos trabajos emblemáticos del compositor
alemán; “Tanhauser” y “El Anillo del Nibelúngo” del que se extrajo momentos de
la primera jornada (“La Walkiria”) y la tercera o cierre (“El Ocaso de los
Dioses”), mientras en la anterior ocasión se contaba en el foso con un
orgánico orquestal en número algo
ajustado, aquí, en verdad, no se
escatimo esfuerzo y se colocó en el escenario del Avenida, no solo la
bienvenida campana acústica, sino también una masa orquestal con todas las de
la ley, el concurso, una vez mas, del Chileno Pedro Pablo Prudencio para
colocarse al frente de dicha masa y la participación de dos de los cantantes más
apreciados por el público abonado de la
Asociación: Carla Filipcic Holm y Hernán Iturralde.
Se programaron ambas
partes con fragmentos interpretados, en ambos casos, sin solución de continuidad, como para dar un
concepto de unidad en las obras. Sin embargo, no se respetó el orden en que
transcurren en las mismas, ya que
mientras la velada se inició con la introducción orquestal del segundo acto y
el aria de Elisabeth “Dich teure halle”, inmediatamente se dio paso a la
“Bacanal” del primer acto de la versión de París, para luego acometer con la
introducción al acto tercero, la escena de la espera de los peregrinos entre
Wolfram y Elisabeth, la “Canción de la Estrella Vespertina” y cerrar con la
Obertura de la versión original de Dresde. En la segunda parte, la Orquesta tuvo su
momento exclusivo con los fragmentos orquestales en los clásicos arreglos de
“Amanecer y Viaje de Sigfrido por el Rhin” y “Marcha Fúnebre” de “El Ocaso de
los Dioses”, para luego retroceder a la
primera jornada y retomar la parte vocal
con la escena final de “La Walkyria”.
El orgánico orquestal
estuvo conformado teniendo como base músicos actuales y retirados de las
orquestas Estable del Teatro Colón y Filarmónica de Buenos Aires, a los que se
sumaron otros de, entre otras, Sinfónica
Nacional, Estable del Teatro Argentino de La Plata, Banda Sinfónica de la Ciudad
de Buenos Aires y Sinfónica de Avellaneda (las que yo recuerdo), por lo que no
se trató de un solo conjunto. Esto, a mi
juicio, conspiró en parte, ya que para
un repertorio nada fácil, no contar con un solo conjunto que trabaje de
antemano en forma homogénea, sumado a la segura poca cantidad de ensayos por
los elevados costos que las prestaciones de instrumentistas suponen, hace que
el Director de orquesta tenga que realizar en poco tiempo el trabajo de extraer
todo el jugo posible y lograr el mejor rendimiento y se vio reflejado de lleno
en la primera parte, ya que la selección
de “Tanhauser”, fue expuesta con notorios altibajos. No hubo lugar a sutilezas
en las cuerdas, percusión desacompasada, sobre todo en la “Bacanal”, bronces
destemplados. Pese al esfuerzo de Prudencio en subrayar pasajes, marcar frases,
la amalgama faltó. En lo vocal, Carla
Filipcic Holm respondió de manera notable con una voz que corrió por toda la
sala y superó a la orquesta. En cambio
no se lo notó cómodo a Hernán Iturralde, quién tuvo un pequeño percance en la
“Canción de la Estrella Vespertina”.
La segunda parte
mostró un panorama superior respecto de la primera. Aquí el orgánico se vio
reforzado por la aparición de la “Tubas Wagnerianas” que, como reza en el
programa, fueron gentilmente cedidas por el Argentino de La Plata. Da la
sensación que se hizo mas hincapié en los fragmentos de “El Anillo” en los
ensayos a la luz de lo escuchado, y aquí
Prudencio lució inspirado en los fragmentos de “El Ocaso de los Dioses”, con un notorio desempeño en la parte del “El
viaje de Sigfrido por el Rhin”. Lo vocal volvió en “La Walkyria” y aquí sí, con Filipcic Holm manteniendo su nivel e
Iturralde en su salsa, se escuchó lo
mejor de la noche con una impecable escena final en donde el fragmento de la
despedida de Wotan y Brunilda estuvo muy logrado y una orquesta que cerró la
obra notablemente. Y como para que no queden dudas que se trató de un concierto, hubo un bis “cantado”, una
correcta versión de “La Cabalgata” de “La Walkyria”.
Se sabe que la Opera
es un espectáculo caro en todas partes. Es indudable que los organizadores han
hecho un enorme esfuerzo económico para poder llevarlo a cabo. El resultado fue
correcto en líneas generales. Se puede persistir en la idea de un Sinfónico
Vocal a futuro, pero con programación
menos comprometida. Hoy por hoy en nuestro medio, salvo la aparición de algún
mecenazgo que aporte mucho dinero. Wagner, a excepción de su primera época, sigue siendo solamente para los
organismos oficiales. Por eso insisto en
que se debe medir muy bien la longitud de los pasos que se quieran dar. Ojalá
que esta experiencia ayude a ello.
Donato Decina
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