sábado, 3 de mayo de 2014

HAY QUE MEDIR LA MAGNITUD DEL SALTO



Buenos Aires Lírica: “Wagnerfest”, Concierto Sinfónico-Vocal con fragmentos de “Tanhauser”, “El Ocaso de los Dioses” y La Walkiria” de Richard Wagner.  Director: Pedro Pablo Prudencio. Solistas: Carla Filipcic Holm (Soprano), Hernán Iturralde (Bajo-Barítono). Teatro Avenida (2/05/14).


  Al momento de comenzarles a escribir esta crónica, van dos horas y treinta minutos aproximadamente de la finalización del Concierto. Y digo concierto porque mas allá de un juego lumínico tanto en la célebre “Canción de la Estrella Vespertina” de “Tanhauser”  como en la “Música del Fuego Mágico” con la que se cierra “La Walkyria”, a modo de ambientación, no deja ni mas ni menos de ser un Concierto Sinfónico-Vocal. Que no está mal ni mucho menos, de hecho lo hace el Colón en sus abonos de Opera y lo hará también “Juventus Lyrica”, como también, desde hace algunos años la Sinfónica Nacional hace selecciones de un título al año en forma de Concierto y el “Ensamble Lírico-Orquestal” hará lo suyo con “Porgy and Bess” de Gershwin. En definitiva, una valedera variante que permite recuperar una función perdida desde hace algunos años en los abonos, ofreciendo en este caso una selección de Operas de Wagner. Compromiso serio si los hay. De hecho, la entidad organizadora realizó anteriormente una interesante y recordada puesta de “El Buque Fantasma”,   justo cuando merodeaba el “asunto Kuitca” respecto al mismo título en el Teatro Colón,  con un satisfactorio resultado. Ahora, tomaron el saludable riesgo de programar una selección respecto a dos trabajos emblemáticos del compositor alemán; “Tanhauser” y “El Anillo del Nibelúngo” del que se extrajo momentos de la primera jornada (“La Walkiria”) y la tercera o cierre (“El Ocaso de los Dioses”), mientras en la anterior ocasión se contaba en el foso con un orgánico  orquestal en número algo ajustado, aquí, en verdad,  no se escatimo esfuerzo y se colocó en el escenario del Avenida, no solo la bienvenida campana acústica, sino también una masa orquestal con todas las de la ley, el concurso, una vez mas, del Chileno Pedro Pablo Prudencio para colocarse al frente de dicha masa y la participación de dos de los cantantes más apreciados por el público  abonado de la Asociación: Carla Filipcic Holm y Hernán Iturralde.

  Se programaron ambas partes con fragmentos interpretados, en ambos casos,  sin solución de continuidad, como para dar un concepto de unidad en las obras. Sin embargo, no se respetó el orden en que transcurren en las mismas,  ya que mientras la velada se inició con la introducción orquestal del segundo acto y el aria de Elisabeth “Dich teure halle”, inmediatamente se dio paso a la “Bacanal” del primer acto de la versión de París, para luego acometer con la introducción al acto tercero, la escena de la espera de los peregrinos entre Wolfram y Elisabeth, la “Canción de la Estrella Vespertina” y cerrar con la Obertura de la versión original de Dresde.  En la segunda parte, la Orquesta tuvo su momento exclusivo con los fragmentos orquestales en los clásicos arreglos de “Amanecer y Viaje de Sigfrido por el Rhin” y “Marcha Fúnebre” de “El Ocaso de los Dioses”,  para luego retroceder a la primera jornada y  retomar la parte vocal con la escena final de “La Walkyria”.

  El orgánico orquestal estuvo conformado teniendo como base músicos actuales y retirados de las orquestas Estable del Teatro Colón y Filarmónica de Buenos Aires, a los que se sumaron otros de, entre otras,  Sinfónica Nacional, Estable del Teatro Argentino de La Plata, Banda Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires y Sinfónica de Avellaneda (las que yo recuerdo), por lo que no se trató de un solo conjunto.  Esto, a mi juicio, conspiró en parte,  ya que para un repertorio nada fácil, no contar con un solo conjunto que trabaje de antemano en forma homogénea, sumado a la segura poca cantidad de ensayos por los elevados costos que las prestaciones de instrumentistas suponen, hace que el Director de orquesta tenga que realizar en poco tiempo el trabajo de extraer todo el jugo posible y lograr el mejor rendimiento y se vio reflejado de lleno en la primera parte,  ya que la selección de “Tanhauser”, fue expuesta con notorios altibajos. No hubo lugar a sutilezas en las cuerdas, percusión desacompasada, sobre todo en la “Bacanal”, bronces destemplados. Pese al esfuerzo de Prudencio en subrayar pasajes, marcar frases, la amalgama faltó.  En lo vocal, Carla Filipcic Holm respondió de manera notable con una voz que corrió por toda la sala y superó a la orquesta.  En cambio no se lo notó cómodo a Hernán Iturralde, quién tuvo un pequeño percance en la “Canción de la Estrella Vespertina”.

  La segunda parte mostró un panorama superior respecto de la primera. Aquí el orgánico se vio reforzado por la aparición de la “Tubas Wagnerianas” que, como reza en el programa, fueron gentilmente cedidas por el Argentino de La Plata. Da la sensación que se hizo mas hincapié en los fragmentos de “El Anillo” en los ensayos a la luz de lo escuchado,  y aquí Prudencio lució inspirado en los fragmentos de “El Ocaso de los Dioses”,  con un notorio desempeño en la parte del “El viaje de Sigfrido por el Rhin”. Lo vocal volvió en “La Walkyria” y aquí sí,  con Filipcic Holm manteniendo su nivel e Iturralde en su salsa,  se escuchó lo mejor de la noche con una impecable escena final en donde el fragmento de la despedida de Wotan y Brunilda estuvo muy logrado y una orquesta que cerró la obra notablemente. Y como para que no queden dudas que se trató de un  concierto, hubo un bis “cantado”, una correcta versión de “La Cabalgata” de “La Walkyria”.

  Se sabe que la Opera es un espectáculo caro en todas partes. Es indudable que los organizadores han hecho un enorme esfuerzo económico para poder llevarlo a cabo. El resultado fue correcto en líneas generales. Se puede persistir en la idea de un Sinfónico Vocal a futuro, pero con programación  menos comprometida. Hoy por hoy  en nuestro medio, salvo la aparición de algún mecenazgo que aporte mucho dinero. Wagner, a excepción de su primera  época, sigue siendo solamente para los organismos oficiales.  Por eso insisto en que se debe medir muy bien la longitud de los pasos que se quieran dar. Ojalá que esta experiencia ayude a ello.



Donato Decina

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