por Fátima Gutiérrez ("Wagnermanía", septiembre de 2002)
Falta ya muy poco para que caiga definitivamente el telón en el teatro de la Colina Verde. En el centro del escenario, yace el cadáver de Siegfried. Hagen intenta arrebatar el Anillo de la mano del héroe muerto, pero ésta se alza, amenazadora. El pánico paraliza a los presentes mientras Brünnhilde, decidida, tranquila y solemne, avanza hacia el proscenio. Ordena que le traigan la montura de Siegfried, mientras se alza y adorna de flores una imponente pira. Transfigurada, contempla el rostro del esposo muerto. Todo ese dolor ha sido necesario para alcanzar el supremo saber. Ya pueden los cuervos de Wotan llevar al Walhall el temido y deseado mensaje. Ya puede descansar el dios: Ruhe, ruhe, du Gott!...
Esta vez la mano del héroe no opone resistencia para que la walkyria tome de ella el Anillo maldito. Sabe que, en poco tiempo, volverá al seno del Rin, a las legítimas guardianas del Oro. Cuando ya lo contempla en su dedo, se vuelve hacia el montón de leña donde yace extendido el cuerpo de Siegfried, arrebata la antorcha que llevaba uno de los hombres y enciende el fuego que, desde la pira del héroe, alcanzará la residencia de los dioses. A lomos de Grane, se lanza sobre las llamas. El incendio invade la totalidad del escenario.
¿El final de un mundo?
Se le llama Ragnarök al apocalipsis de los pueblos del Gran Norte, un particular fin del mundo cuya mayor originalidad radica en que, en él, también perecen los dioses, sujetos, como todo lo existente, a la ley inexorable que Erda recordaba en el Oro del Rin y que provocará el primer miedo de Wotan tan cargado de consecuencias: ¡Todo lo que es..., acaba!
La expresión ocaso de los dioses será el fruto de un error de trascripción y, por lo tanto, de traducción que se vio generalizado, en gran parte, por la inmensa fama de la obra de Wagner. En los textos de la Edda Mayor nos encontramos con la palabra Ragnarök. Ragna- es el genitivo plural de reginn que, en escandinavo antiguo, significa potencias, poderes divinos organizadores, y -rök, significa literalmente prodigio, hado, s
¡El horror! ¡El horror!...
Según los antiguos textos, el Ragnarök se desarrollará en cinco etapas. La primera de ellas será la del Fimbulvet (Espantoso Invierno) que durará tres años seguidos en los que el sol deja de brillar mientras un formidable y continuo viento glacial fortalece las nieves y los hielos. Será entonces cuando se generalicen las guerras y los hombres pierdan el sentido del honor, hasta que se abisme el mundo al que ninguno sobrevivirá.
En una segunda etapa, un lobo devorará el sol y otro la luna; mientras, las estrellas caen de los cielos. Se agitará la tierra entera, los árboles liberarán sus raíces, todos menosYggdrasill, el Gran Fresno del Mundo, que sólo temblará. Las montañas se derrumbarán. Rotas todas las ataduras, quedará libre el lobo Fenrir (hijo de Loki y de la giganta Angrboda, como vimos en Loge: más allá del bien y del mal). Ése será el final de la tercera etapa del Ragnarök. En la cuarta, la monstruosa hermana de Fenrir, la serpiente del Mídgard, la que abrazando el mundo permitía que no se desintegrara, hará que el mar se vuelque sobre la tierra. Será en ese momento cuando suelte amarras el siniestro Naglfari (Barco de Uñas, porque está hecho con las de los muertos). En él se han embarcado las fuerzas del caos y la destrucción. A la cabeza, según la Völuspá, el mismo Loki, según Snorri, el gigante Hrymr. La consumación acaba de empezar, es la guerra del final de los tiempos, la quinta y definitiva etapa del Ragnarök:
El último combate
El lobo Fenrir, echando fuego por los ojos y el hocico, abarcando la tierra y el cielo con sus enormes fauces abiertas, ataca los mundos de los hombres y de los dioses. Otra hija siniestra de Loki, la serpiente del Mídgard, corrompe el aire y las aguas con el veneno que vomita. Entonces, se parten en dos las alturas por las que avanzan, a caballo, las fuerzas caóticas del final del mundo. En primer lugar, el gigante Surt (El Negro, señor del Múspel, el mundo del fuego), cuya espada brilla más que el sol, todo él envuelto en llamas. Cuando pasa por el puente Bifröst (Vacilante Camino del Cielo, es el arco iris) su guardián, el dios Heimdall, sopla con fuerza en su Gjallarhorn(Cuerno Resonante) para avisar a los ases de que ha llegado la hora suprema. El puente cae. También canta, en el Asgard, Gullikanbi (Cresta de Oro), el gallo que había de anunciar la gran batalla (¿quién sabe si le transmitió la noticia su compañero, rojo y sin nombre, que vive en los abismos del Hel?). Los dioses se aprestan al combate como los valientes guerreros a los que las walkyrias, hasta entonces, sirvieron bebidas en el Walhall. Era de esperar: Odín cabalgará el primero, con yelmo de oro, cota y lanza, para enfrentarse con el lobo Fenrir. Junto a él, su hijo Thor, que luchará con la serpiente del Mídgard. Frey, a su vez, se enfrentará con Surt, en una fiera lucha que ganará el gigante, puesto que el dios consiguió a su esposa Herd a cambio de su invencible espada (El poder y la gloria). También entonces se soltará el perro Garm, encadenado frente a la misma roca que hacía cautivo a Fenrir. Se enfrentará al dios Tyr y ambos morirán en el combate. Por fin, Thor consigue acabar con la serpiente; pero, al apartarse de ella nueve pasos, cae también, definitivamente abatido por el veneno que vomitó el monstruo. Fenrir devora a Odín, pero su hijo, Vidarr, el llamado el As Taciturno, aplastará con su pie la mandíbula inferior del lobo y, agarrando con las manos la parte superior de sus fauces, las desgarrará hasta la muerte. Loki se batirá sin tregua con Heimdall, el As Blanco, hijo de nueve madres, dueño del cuerno que acaba de anunciar el final y de la espada Höfud (Cabeza de Hombre). No habrá vencedor. Entonces Surt lanzará su fuego y abrasará el universo.
Ya lo predijo la Vidente de la vieja Edda:
Volver a empezar
La inexorable sentencia de Erda en el Oro del Rin, parece complementada por la tradición mitológica del Gran Norte con la siguiente: ¡Y todo lo fue..., renace! A la muerte del mundo escandinavo le sigue una transfiguración, a su apocalipsis una resurrección. Del mar surgirá una tierra nueva iluminada por la hija que tuvo el sol (astro femenino para los pueblos germanos) antes que el lobo le atrapase y que, no menos radiante, sabrá seguir su mismo camino. De los campos brotará el alimento sin necesidad de ser sembrado. Los hijos de Odín, Vidarr y Vali, a quienes no dañó el agua, el fuego ni el combate, se reunirán con los hijos de Thor, Modi y Magni, y con sus hermanastros Bálder y Hodr, que regresarán del Hel (Loge: más allá del bien y del mal), para conversar sobre lo que pasó durante el cataclismo universal, jugar con las fichas de oro de sus padres, que encuentran intactas, sobre la yerba, y vivir todos juntos en el Ydhavöll, el Valle Siempre Joven donde estuvo situado, antaño, el Asgard.
Pero no sólo se salvaron del cataclismo universal los hijos de los dioses. También sobrevivirá una pareja humana. Lif (Vida) y Lifhrasir (Vivaz) se habían refugiado en un lugar boscoso llamadoHóddmímir (Mímir del Tesoro; es decir, en el Gran Fresno del Mundo a cuyo pie se halla la fuente de la ciencia, el Tesoro de Mímir), en donde se alimentaron del rocío del alba, para dar nacimiento a una humanidad nueva.
Y hasta aquí nos cuentan las Eddas de la vida del mundo, su muerte y su resurrección.
En el teatro de la Colina Verde, luchan el fuego y las aguas del Rin. Sobre sus olas, aparecen las ondinas, de entre los restos de la pira recogen el Anillo. Hagen, despojándose de sus armas, se lanza al torbellino; pero las Hijas del Rin le arrastran hasta el fondo, y Flosshilde sostiene jubilosamente la joya, por fin, conquistada. El Rin calma, poco a poco su furia y se retira mientras las ondinas vuelven a sus juegos y a sus risas. Aún las ilumina un resplandor rojizo que cubre un cielo al que miran los hombres con emoción y angustia. Cuando más intenso es el brillo, se vislumbra, a lo lejos, la sala de los dioses. Las llamas cubren a los que se llamaron eternos. Cae el telón mientras suena en la orquesta el último tema del Anillo del Nibelungo: el tema de la Redención por el Amor.
Bibliografía
Bernárdez, E.; Los mitos germánicos. Madrid, Alianza Editorial, 2002.Boyer, R.; L’Edda poétique. París, Fayard, 1972.Edda Mayor; Madrid, Alianza Editorial, 2000.Sturluson, S.; Edda Menor. Madrid, Alianza Editorial, 2000.Wagner, R.; El Ocaso de los dioses. Madrid, Turner Música, 1986
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