LA SANGRE DE LOS VÖLSUNGOS
por Fátima Gutiérrez ("Wagnermania", noviembre de 2001)
¡Mi niña, mi hermana,
sueña con la ternura
de ir a vivir juntos, lejos!
¡Amar a placer,
amar hasta perecer
en un país a ti parejo!
Ch. Baudelaire. Invitación al viaje.
Las flores del mal.
Cuando cae el telón sobre el primer acto de La Walkyria, el destino de los völsungos, ya ha sido trazado, aunque ni el propio Wotan lo sepa, aún. Su paso por el mundo será breve y trágico: han sido engendrados por el miedo de un dios que intenta, a toda costa, evitar el fin ignominioso de su sagrada estirpe. La vida no les dará una tregua hasta el momento en el que se reconozcan y se nombren. Pero esa tregua será muy breve.
Sin embargo, los ancestros míticos de los gemelos wagnerianos, llevaron vidas muy distintas, tanto en aventuras como en extensión. Ya hemos visto (Tiempo de héroes) cómo los hermanos de la Völsunga Saga, Sígmund y Signý, engendran a Sinfjötli y de qué manera las sangrientas correrías por los bosques de ambos, comobersekir (apresados en mágicas pieles de lobo), nos recuerdan más a la relación de Wotan con Siegmund (antes de que el dios desaparezca, dejando una piel de lobo abandonada en la floresta), que a la de éste con Siegfried, ya que, en la obra de Wagner, el padre muere muy poco después de ser engendrado el hijo; a diferencia de la tradición épica germanoescandinava, en la que Sinfjötli (que, en cierto modo, prefigura el personaje de Sigurd) morirá antes que su padre.
Cuentan la Edda Mayor (en la Frá dauda Sinfjötla, La Muerte de Sinfjötli) y laVölsunga Saga que el hijo de Sígmund y su cuñado (el hermano de Bórghildr, su primera esposa) se enamoraron de la misma mujer. El dilema se resolvió con una lucha en la que el völsungo mató a su rival. Cuando volvió a las tierras de su padre, la reina exigió su destierro, pero Sígmund anuló esta orden cambiando el exilio por una indemnización de oro y otras riquezas; entonces, Bórghildr celebró un convite funerario para su hermano, invitó a su hijastro y le dio a beber un gran
cuerno de cerveza. Al comentar que el líquido estaba turbio, Sígmund le arrebató el cuerno y se lo bebió. La reina volvió con bebida, recriminando duramente a Sinfjötli, que, de nuevo, la encontró alterada. Sígmund, inmune por dentro y por fuera a cualquier tipo de veneno gracias a su enorme fortaleza (mientras que sus hijos sólo resistían el veneno que les venía por fuera de la piel), también se lo bebió. Al llegar Bórghildr con el tercer cuerno, le dijo que bebiera si realmente tenía el valor de los völsungos y Sinfjötli le contestó que en la bebida había veneno. Sígmund, ya algo ebrio, le recomendó que la colara con las barbas. El héroe bebió y murió al instante. El rey recogió el cuerpo de su hijo y lo llevó hasta un fiordo donde Odín les esperaba en una barca pequeña en la que se llevó a Sinfjötli camino del Walhall. La reina fue desterrada y no sobrevivió mucho tiempo, según la Völsunga Saga, puesto que la Edda no menciona este hecho, se limita a comentar que Sígmund vivió mucho tiempo en Dinamarca, en los dominios de Bórghildr y que, más tarde, se fue al sur en donde se encontró con el rey Eylimi; nos lo vuelve a contar la Völsunga Saga:
La bella Hjördís
Dos poderosos reyes querían convertirse en yernos de Eylimi: Lyngvi, un hijo de Húnding y Sígmund, pero aquél le dejó la elección a la muchacha, ya que confiaba en su buen juicio. El afortunado fue Sígmund, por ser, aunque ya casi anciano, el más ilustre. Mientras los nuevos esposos regresaban a la patria de Sígmund en Húnaland, el despechado Lyngvi, junto con sus hermanos, reunió un poderoso ejército para acabar con la fuerza de los völsungos. Sígmund se dispuso a la lucha, pero, antes, envió a Hjördís al bosque, con una sierva y el gran tesoro real.
Sigmund y Hjördis. F. Leeke
Aunque Sígmund ya era viejo y su hueste inferior en número, iba ganando la batalla, mediante una fiera lucha, chorreando sangre de pies a cabeza y sin haber sido rozado por ninguno de sus enemigos. Entonces, en plena lid, apareció un sobrenatural guerrero cubierto por un casco de oro y una maya azul (el color escandinavo del luto); llevaba una lanza en la mano y era tuerto. Levantó el arma contra el rey y éste la golpeó con fuerza, pero su espada se partió en dos al chocar contra ella. Naturalmente se trata de Odín y su gesto es idéntico al del final del segundo acto de La Walkyria.
Después de caer los reyes Sígmund y Eylimi, con casi todos sus soldados, el hijo de Húnding quiso capturar a la reina y hacerse con el tesoro que guardaba, pero no lo consiguió. Aquella noche, Hjördís fue hasta el campo se batalla y encontró, moribundo, a Sígmund, que le entregó los trozos de su espada e intentó consolarla: un día Gramr (Batalladora) sería reforjada y empuñada por el hijo de ambos, el más glorioso de los héroes mientras durara el mundo. Al amanecer, el rey emprendió el camino del Walhall que Odín le había abierto con su lanza.
Los vikingos descubrieron la carnicería, apresaron a Hjördís y a su sierva, que corrían por el bosque, y recogieron el tesoro real. Con el tiempo, se casó con el rey vikingo Álfr; ya había dado a luz a un niño de penetrantes ojos: Sigurd, el hijo póstumo de Sígmund.
Hay otras versiones del nacimiento de Sigurd/Siegfried, como la de la Thidrek Saga (La Saga de Thidrek) que se acercan mucho más a la historia que Wagner nos narra en la Tetralogía, pero hablaremos de ellas en su momento.
Estamos viendo que, mientras que Sieglinde reúne características de Signý y Hjördís (hermana y segunda esposa de Sígmund respectivamente), el personaje wagneriano de Siegfried tiene algo de los tres hijos de Sígmund: Sinfjötli, Helgi y, sobre todo, Sigurd.
Helgi
Si el primer ciclo de los poemas heroicos de la Edda Mayor está dedicado a la Leyenda de los Niflungar (Nibelungos) y el tercero a Völundr (Wieland) el mágico forjador (otro tema muy querido por Wagner pero que no llegó a desarrollar), el segundo estará dedicado a este personaje a través de tres poemas que tienen por motivo central el amor del héroe por una walkyria. En el Helgakvidha Hjörvarhssonar(Cantar de Helgi, Hijo de Hjörvardhr), se nos presenta como hijo de un gran rey y su cuarta esposa: la mujer más bella del mundo, Sigrlinn (no podemos dejar de poner este nombre escandinavo en relación con el germánico Sieglinde). Helgi nace mudo pero la walkyria Sváva, con la que vivirá una amor más poderoso que la muerte, le dará un nombre y el don de la palabra. El héroe vengará a su abuelo, pero no hay nada en el poema que indique su ascendencia völsunga; aunque, en un intento (común a muchas mitologías) de poner en relación personajes y sagas, que en un principio parecen bastante dispares, el protagonista de los dos cantos de las Eddas a los que nos referiremos inmediatamente se considerará como la reencarnación del hijo de Hjörvardhr.
En el Helgakvidha Hundingsbana I (Primer Cantar de Helgi, Asesino de Húnding), Helgi es völsungo, al nacer de Sígmund y de su primera esposa Bórghildr. Cuando empieza el canto, Sígmund ha muerto a manos de Húnding (no a las de sus hijos, como en otras versiones), lo que inmediatamente vengará Helgi, y así comenzará una guerra entre los descendientes de ambos reyes. En el Helgakvidha Hundingsbana II (Segundo Cantar de Helgi, Asesino de Húnding), völsungos y hundingos se matan entre sí y Helgi venga la muerte de su padre en Húnding. Sin embargo, lo que nos llama la atención de este canto es que nos encontramos en él una historia muy parecida a la que relata Siegmund en la segunda escena de La Walkyria; pero, esta vez, con final feliz: Sigrun busca el auxilio de Helgi para que impida su matrimonio con el hombre que le ha impuesto su familia, pero al que no ama. El héroe reúne todo un ejército que vence al de los parientes de Sigrun. Sin embargo, a diferencia de la Primera Jornada de la Tetralogía, la muchacha no se lamenta del violento final de sus parientes, ni muere, sino que se casa con el que la salvó de una unión en contra su voluntad.
También en la Völsunga Saga aparece el personaje de Helgi al que se le dedica, por entero, el noveno capítulo. Podríamos decir que es una versión de Sigurd mimada por las Nornas: llega a la mayoría de edad entablando batalla con el poderoso rey Hundingr matándole a él y a gran parte de los suyos; los hijos de Hundingr vuelven a reunir un ejército para vengar a su padre, pero, de nuevo, son vencidos por Helgi; inmediatamente después de esa victoria, se adentra en el bosque donde encuentra a Sigrún, prometida a un príncipe contra su voluntad; entonces, reúne un gran ejército que, ayudado por una hueste de walkyrias, con Sigrún a la cabeza, vence y mata a su pretendiente. El héroe toma posesión de las tierras conquistadas, se casa con la walkyria y es famoso y querido por su pueblo.
El ambiente cortesano del Nibelungenlied, está ya lejos de las antiguas historias escandinavas: el poderoso rey Sigemunt y su bella reina Sigelint tenían su residencia a orillas del Rin y a un hijo, valiente y cabal, que se llamaba Siegfried. Después de muchas aventuras, y muerta ya Sigelint, el rey tendrá que ir hasta Worms, para llorar la muerte de su hijo asesinado. Pero seguir por este camino sería adelantar acontecimientos...
A través de la épica del Gran Norte, floreció en varios personajes la sangre de los völsungos que Wagner va a reunir en uno: Siegfried, el héroe sin miedo que matará al dragón y entenderá el lenguaje de los pájaros. Su tema aparecerá, por primera vez, en el tercer acto de La Walkyria, en el momento en el que Brünnhilde, antes de entregarle los trozos de Nothung, le recuerde a Sieglinde que guarda en ella al más sublime de los héroes (al que la diosa inmediatamente dará nombre). No tardará en oírse, en la voz de la mujer, el tema de la Redención por el Amor que sonará aquí y ya nunca más, en la Tetralogía, hasta la escena final del Ocaso de los dioses.
Los hermanos völsungos no pudieron viajar hasta ese país del que hablaba Baudelaire en el que:
No hay más que orden, belleza,
Lujo, calma y complacencia.
Bibliografía
Cantar de los Nibelungos; Madrid, Cátedra, 1998.
Edda Mayor; Madrid, Alianza Editorial, 2000.
Saga de los Volsungos. Madrid, Gredos, 1998.
Sturluson, S.; Edda Menor. Madrid, Alianza Editorial, 2000.
No hay comentarios:
Publicar un comentario