En el inmenso arte del canto
grandes figuras surgen generación tras generación.
Grandes interpretes
han dado vida a los personajes de la ópera,y algunos han marcado su propio
estilo. Autores como Giuseppe Verdi en elafán de representar el carácter
verdaderamente histriónico de los personajes de sus óperas, siempre buscaron a
los interpretes con las características adecuadas para el mejor desempeño
de sus obras. Citamos a Verdi porque dentro de su búsqueda para
encontrar al mejor Otello, halló a uno de los más grandes tenores del siglo XIX,
Francesco Tamagno.
Tamagno, además de ser el
legítimo sucesor de Enrico Tamberlik, fue el indiscutible rey de los tenores
dramáticos durante más de veinte años. Nació en el Porto Palazzo barrio de
Turín el 20 de diciembre de 1850. Su
padre Carlo Tamagno era posadero y sus
ingresos no eran lo suficientemente altos para que sus hijos alcanzaran una
educación completa. El talento de Francesco -a quien sus padres llamaban"
Cichin"- se desarrolló desde niño, cantando canciones populares a
los clientes de la posada cuando los días no eran favorables para la economía
de la familia. Su madre, Margherita, con una pequeña sonrisa le decía a su
esposo, -mira, Cichin pronto será más famoso que tu -.
Conforme el chiquillo fue
creciendo, sus cualidades y las de su hermano Carlo se desarrollaron; dos voces
de inusual rango y poderío. Ambos sumaron fuerzas y consiguieron una
audición con el maestro Pedrotti, un renombrado maestro local y director del
Conservatorio de Turín. Escuchó a los dos jóvenes, quienes llenos de
nervios cantaron en la audición. Pedrotti dio su veredicto: -ambos poseen buenos
pulmones, y tú, Francesco, tienes mucha voz, sin embargo no podrán ser aceptados
en este Conservatorio ya que no tienen conocimientos musicales. Si
estudian, en unos años lo máximo que pueden
lograr es conseguir trabajo en el
coro de Reggio y francamente dudo que puedan permanecer en él.
Los dos hermanos perdieron el
entusiasmo de hacer una carrera de cantantes, pero Francesco pronto se
recuperó. Practicó todo lo que había
aprendido en la posada y en cuanto pudo
comenzó a asistir a la galería del Teatro Reggio, donde se hizo de amistades, en
particular con miembros del coro, al que eventualmente se integró antes de
cumplir sus primeros veinte años. Fue entonces, como ocasionalmente
sucede, que el destino se presentó en la vida de Francesco Tamagno. La
administración del teatro tenía lista la puesta en escena de la ópera de
Donizetti, Poliuto. En el protagónico
estaba el tenor
Mongini. Pocas horas antes de
levantar el telón, el segundo tenor se sintió indispuesto y la gerencia del
teatro mandó al maestro Pedrotti a buscar un substituto. Pedrotti envió por
Tamagno y le preguntó: -¿puedes aprender la parte de Nearco lo
suficientemente rápido como para cantarlo esta noche?-. El corazón de Tamagno dejó de
palpitar de la emoción pero inmediatamente respondió:- Estoy seguro de que
sí puedo Maestro-. Y durante una hora estudió su parte. En un dúo que
tenía que cantar con el principal barítono, encontró una frase que incluía la
emisión de un Si natural. Esta fue su gran oportunidad. Practicó la frase
todo el día, y en cuanto llegó el momento del dúo en la función, emitió su
poderoso Si natural. El resultado
momentáneamente pasmó al público,
pero pronto se sintió un huracán de aplausos y nadie quedó más
sorprendido que el Maestro Pedrotti. Al final del acto se dirigió a Tamagno y le
dijo: -La primera vez que viniste a verme no me impresionaste. Te confieso que
cometí un grave error. Ahora debes comenzar a estudiar formalmente-.
Durante este período el servicio militar interrumpió su carrera, pero
pronto estaba cantando de nuevo; sin embargo su situación económica seguía mal.
Afortunadamente lo escuchó el empresario Antonio Rosario, quien le dio una
beca de 150 liras mensuales, y en cuanto comenzara su carrera profesional,
Rosario recibiría un porcentaje de su salario.
Un contrato debidamente firmado
se realizó el 29 de junio de 1873, y
enseguida (1874), el cantante
hizo su debut oficial en Palermo con el
personaje de Riccardo de la ópera
Un Ballo in Maschera. Tuvo un éxito
moderado, pero su voz no estaba
aún en óptimas condiciones. Pero Tamagno,
siempre buscando el
perfeccionamiento, tuvo el buen sentido de estudiar con
el maestro Platania en Palermo,
quien se encargó de pulir su voz e
inyectarle entusiasmo en su
registro medio; después de esto el progreso de
Tamagno fue tan rápido que en los
siguientes tres años, fue llamado para
cantar en La Scala de Milán,
donde en 1877 cantó el protagónico de la ópera
L'Africana, de Meyerbeer.
Su éxito aún no era el esperado,
sin embargo siguió madurando con cada
representación. El hecho
simplemente de presentarse en La Scala le dio la fama necesaria para cantar en los
principales teatros. Su carrera como la de muchos otros grandes cantantes
fue larga en éxitos. En 1881 nuevamente en La Scala, obtuvo un rotundo éxito en
la ópera Ernani de Verdi, que junto con Simon Boccanegra (ambas operas
revisadas por Verdi) ya se habían estrenado.
Los teatros de Europa comenzaron
a llamarlo. En España, el Teatro Real lo contrató para representar al
Arnoldo del Guillermo Tell de Rossini, con ella creció la reputación de Tamagno.
En ese mismo teatro existía un singular grupo de intelectuales y artistas
-integrado entre otros por el tenor Julián Gayarre-, conocido como "El
Palco de los Sabios" y Tamagno fue parte del grupo. En ese tiempo se acababa
de saber que Verdi había escogido a Tamagno para su nueva ópera
"Otello", que se estrenaría el 5 de febrero de 1887 en
La Scala.
Después del estreno de Otello,
pródigas fueron las alabanzas para Tamagno,
su fama se extendió por todo el
mundo. Fue un Otello moldeado por el mismo
Verdi; (adaptable a la escena,
con un toque de sensualidad, alucinante con
los celos, apasionado, iracundo, etc., según las críticas de la
época). En
1889 exitosamente se presentó con
esta creación en el Teatro Carlo Felice de
Genova, igualmente en 1892 dentro
de los festejos del 400 aniversario del
descubrimiento de América.
En diciembre del mismo año arribó
por primera vez al nuevo continente
contratado por la Civic Opera of
Chicago, interpretando los protagónicos de
Il Trovatore, Aïda, Huguenots y
desde luego Otello; poco después, contagiado
de gripe por una epidemia en la
región que atacó a toda la compañía de
ópera, cayó en cama. Para el 2 de
enero de 1893, ya recuperado, interpretó
su aclamada creación y después de
2 representaciones más, viajó a México, donde ya se había presentado el
Otello, solo que en una versión apócrifa, orquestada libremente por otro
músico a partir de la partitura para canto y piano. Tamagno interpreta en el
Teatro Nacional los papeles principales de Guillermo Tell, Aïda, Trovatore,
La Africana y Otello.
Después regresó para la temporada
de 1894 en el Teatro Principal con el repertorio mencionado
sustituyendo solamente Les Hugenots por La Africana.
Francesco debutó en The
Metropólitan Opera House (noviembre 21, 1894) con la ópera Guillermo Tell. La
representación no fue totalmente exitosa, pero no por la actuación de Tamagno, sino
por la de la soprano Libia Drog que olvidó la letra del aria de Matilde
-Selva opaca- poniendo en peligro toda la función, sin embargo Tamagno y
colegas hicieron todo para salvarla. El día 23 del mismo, participó en Aïda;
el 30 Trovatore; y el 3 de diciembre Otello con Víctor Maurel (creador del
Iago) y Ema Eames. Después de la función el periódico The New York Times
publicó: Tamagno proyectó una inteligencia poco común y de altos ideales,
mantiene su tremendo poder, su arrebatadora y fiera expresión, magistral pasión
y suprema vitalidad declamadora. Sus actuaciones en este recinto se
limitaron a la temporada de 1894-95, interpretando además las operas
Sansón y Dalila, Cavallería Rusticana, La Africana y El Profeta; el Stabat
Mater de Rossini y algunos recitales.
Bajo la batuta de Arturo
Toscanini cantó en La Scala, Otello en el año 1899, y en Monte Carlo en la premier
mundial de la ópera Messaline de De Lara. Tamagno conservó siempre el
monopolio del moro, incluso Caruso renunció a interpretarlo después de haber
ensayado el papel. Tamagno sufrió un
severo ataque al corazón en 1898 que le
dejó una notable marca, pero esto no impidió que siguiera cantando. En
1901 en el Covent Garden cantó el Otello y en 1902 realizó un concierto en
La Scala. Es entonces que se retira de los escenarios, pero aún le faltaba
una labor más; dejar su voz registrada
para la posteridad, antes de dejar
este mundo el 31 de agosto de 1905 en Varese. El tenor Alessandro Bonci cantó
en su funeral, tal y como lo había encargado el mismoTamagno.
Francesco Tamagno fue convencido de grabar su voz teniendo ya
más de 50 años. Aunque ya no era el mismo -sufría de angina de
pecho-, y pese a lo primitivo de los registros de
la época, se aprecian las
características del tenor heroico, el peso básico de
su voz se conducía con fuerza dramática; el brillo en sus agudos es
verdaderamente notable, y es obligado remarcar que ya no estaba en óptimas
condiciones de salud. Sin exageraciones, las grabaciones de Francesco Tamagno
son parte de la primera piedra del bel canto en la historia de las
grabaciones. Otello, su creación, siempre será tema de discusión. Pero sus
registros son el autentico testimonio de un artista completo, casi extinto en
nuestra era.
JUAN JOSÉ ARIAS DÁVALOS
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