sábado, 27 de junio de 2015



CASA NUEVA, SONIDO NUEVO

Orquesta Sinfónica Nacional: Primera presentación al Público en el Centro Cultural Kirchner, Director Invitado: Günther Neuhold. Solista: Xavier Incháusti (Violín). Programa: Jean Sibelius: Concierto para Violín y Orquesta en Re menor Op. 47. Richard Strauss: “Una Sinfonía Alpina”, Op. 64. Sala “Ballena Azul”, 12 de Junio de 2015.

  ¡Y llegó por fin el gran día!. Ingresar a la “Ballena Azul”, contemplar su enorme estructura en el viejo patio del Correo Central, en el que su  vientre se apoya en cuatro gigantescas patas que hacen rememorar a quien esto escribe, de la vieja anécdota atribuída a  Cristobal Colón, al que para refutársele su teoría de la redondez de la tierra, se le dijo que la misma era algo sostenido por elefantes. Pues bien, la Ballena lo está sobre esas patas y una vez en su interior,  al que se accede a  través de escaleras mecánicas, contemplo la madera, que tendrá incidencia en la acústica y me voy acomodando en las sencillas pero cómodas butacas. Veo la disposición semi circular del escenario, con sectores acomodados a diferentes alturas para las familias de instrumentos y, alto e imponente, el Organo tubular,  del que con ansiedad aguardo su sonido en su intervención reservada en la sinfonía. El sueño de los Castro, los Zorzi, los Bodmer, ahora corporizado en Pedro Ignacio Calderón como titular del conjunto, ya es una realidad. La Sinfónica tiene casa propia, y uno es testigo privilegiado del momento. Chicos jóvenes son los acomodadores, los que con mucho celo,  verifican la localidad y me guían a la butaca. Mi recuerdo en ese momento para todos mis amigos de la música que ya no están, encarnados en la figura de Arquímedes Cedro, el padre espiritual que la música me dio,  y quién,  en el ocaso de su vida, no vaciló en brindarle a Julio Palacio su colección íntegra de programas de la Nacional,  desde su primer concierto hasta el año 1999, con los que Pablo Bardin pudo reconstruir los primeros cincuenta años de historia de la Orquesta. Están por ingresar Inchausti y Neuhold, miro hacia el techo por todos Ellos, aplausos……,  ¡música!.

   Los primeros acordes que  emanan desde el escenario, nos revelan a una Nacional que está cambiando para muy bien su sonido. Lógicamente la acústica se proyecta de manera muy distinta y las distintas familias de instrumentos se perciben con nitidez la transparencia de los “pianissimi” impresiona. El cambio del sonido saturado  y compacto del conjunto que se verificaba en Belgrano (gracias por tantos años, pero por favor no regresen nunca mas), por el transparente actual, ya es rotundo,  y solo le falta el lógico acostumbramiento de los instrumentistas, amén de los ajustes que los Ingenieros Basso y Sánchez Quintana realizarán sobre la marcha.

  Entrando de lleno en la versión, encontramos a un Incháusti técnicamente refinado, con buen sonido. La Ballena lo favorece, pero sin el plus de inspiración al que habitualmente nos tiene acostumbrados. Neuhold por su parte, hizo muy correctamente lo suyo, con “tempi” acelerado y falto de alguna pizca de imaginación, por lo que la versión fue correcta, bien recibida por un público mayoritariamente neófito, al que habrá que educar como en el Colón, recordándoles que entre movimiento y movimiento no debe aplaudirse (pobres de Ntros., en el Colón ya van cinco años de reabierto y eso está aun muy lejos de acontecer y, para peor, en Belgrano eso sí que no ocurría), pero en Ntros. se notaron esas falencias. El bis fue un movimiento de  la cuarta sonata de Ysaye (Autor fetiche del joven interprete que siempre incluye sus obras en sus presentaciones), en donde ahí si se floreó e hizo estallar en una gran ovación al público, con lo que nos hizo aún mas pensar sobre lo acontecido con Sibelius.

  La segunda parte fue la mas esperada con la “Alpina” de Richard Strauss. La versión Neuhold tuvo intensidad, justeza, el Organo con Mario Videla fue glorioso (por fín un órgano “de verdad” acoplándose con la orquesta, nada de teclados eléctricos), el sonido se proyectó magnífico. Tal vez el “chiche nuevo”, propició un poco de desborde en los músicos dada la intensidad de la entrega, pero aún así  fue una versión muy digna, a la que le faltó, una vez mas, un poco mas de vuelo. Ya se está en carrera, habrá que esperar los próximos conciertos y comprobar si se está en la dirección debida.


Donato Decina

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